sábado, 29 de marzo de 2008

la ley

La ley que impone una enseñanza obligatoria hasta los dieciséis no es una buena ley; aunque lo parezca. Una ley de aplicación imposible es siempre una mala ley, por bien que pueda sonar su enunciado.
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La alternativa real es muy otra: si un muchacho de doce años quiere dejar de estudiar para aprender un oficio, ¿se va a respetar su deseo, o se le va a hacer esperar cuatro años durante los cuáles vivirá sin estudiar, amargado y amargando la vida a sus profesores y compañeros?
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O se le deja que siga sus inclinaciones, o estará durante los sigientes cuatro años en clase como una momia, contando los días que le faltan para acabar la enseñanza secundaria obligatoria, como antaño hacíamos durante el servicio militar. Y esta última opción en el caso más favorable. Estará quieto y sin molestar si tiene la suficiente madurez para respetar el derecho a estudiar de los que sí quieren, pero esto sucede muy raramente.
...Por impedir que tome una decision que en principio solo le afectaría a sí mismo, se le obliga a tomar una actitud que afecta negativamente a otros.
Y es muy difícil convencerle para que tome la actitud contraria. ¿Por qué razón ha de respetar él la libertad de los que quieren estudiar si la propia ley no respeta la de los que no quieren?