sábado, 5 de marzo de 2011

con-vivencia

Se ahonda de nuevo en el tema de la disciplina en los centros. Desde luego, estamos inmersos en un ambiente poco propicio para desarrollar nuestro trabajo. Sin embargo, ¿por qué este ambiente es muy diferente de unos centros a otros? En los Planes de Convivencia de los Centros se recoge detalladamente el modo de actuar ante cualquier conflicto, sea este falta leve, grave o delito. Si conocemos este proceso solo nos resta aplicarlo. Hay Centros en los que esto resulta harto difícil pues se arguye que ese proceso es difícil, que lo es, por complicado (burocracia mayormente). Si acallamos ante esa primera dificultad estamos aceptando trabajar en un clima áspero y muy delicado. Si, por el contrario, insistimos en que el proceso, sea más o menos farragoso, se lleve a cabo, estaremos dando un paso importante, no solo por nosotros sino por todo el colectivo.
Es muy difícil pero no imposible. Todo depende del grado de compromiso que tengamos y de nuestra disposición a agilizar trámites. Es triste, ciertamente, que para ello haya que “convencer” al equipo directivo de evidencias; pero, si es preciso, se hace y si alguien queda en evidencia son ellos.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que por muy indeseable que sea una persona, su “condena” exige unos trámites. Hace unas décadas no eran necesarios, pero en eso me alegro de que hayamos avanzado.
Personalmente he vivido las dos experiencias. En un Centro, si bien no conseguí que cambiara el modo de actuar, al menos quedaron los partes que yo abrí a algunos alumnos: mi trabajo estaba hecho, nadie puede echarme en cara que me quedara cruzado de brazos. En otro, tuve la suerte de trabajar con un equipo directivo que no pasaba ni media y, a pesar de tener que lidiar con un grupo más que difícil, la tarea se hizo más llevadera gracias a que en lugar de poner obstáculos me animaban a tomar decisiones, abrir los partes que fueran precisos. Seguidamente se convocaba de urgencia la Comisión de Convivencia, se nombraba al profesor que llevaría el caso y, sí que es verdad que pasaban varios días, el alumno se iba a su casa durante 20 días. Esto ocurrió con dos alumnos. Y resultando que uno vino con más chulería de la que se llevó con el primer expediente, se le abrió otro y de nuevo 20 días en casita. Todos sabemos que los padres de estos individuos no están dispuestos a aguantarlos tanto tiempo, así es que si no a la primera, a la segunda, los tenemos de colaboradores. Mientras cambiamos el mundo, vamos a hacer cada uno nuestra parte y exigir que los demás hagan la suya. La responsabilidad es de todos.