domingo, 4 de mayo de 2008

dany "el rojo"


Bullía el mundo aquel año de 1968. Luther King había sido asesinado, precisamente él que había afirmado lo de "I have a dream". Quizá por eso.
Vietnan ardía bajo las bombas americanas y la mirada impasible de muchos espectadores.
La "primavera de Praga" florecía en un amplio espectro de libertades. Los tanques soviéticos se encargarían más tarde de acabar con esas "flores" recién plantadas.
De algún modo, el latido del mundo, arrítmico, se hacía más intenso por momentos. Tan solo faltaba la mecha que incendiara el polvorín. Cualquier excusa sería plausible para un golpe en la mesa más que necesario, vital.
Los estudiantes de Nanterre, desde su humilde celda, observaban este andar desgarbado de la sociedad. Entre ellos, un joven de sangre judeo-alemana se alza como voz de estos jóvenes inconformistas que reclaman un cambio en la sociedad, en las instituciones. De allí a la Sorbona, y de la mítica Universidad parisina a todo el mundo. Los obreros se unen a las huelgas. Los estudiantes mejicanos lo sufrieron en sus carnes, pero el Mayo del 68 ya estaba en marcha. Una revolución necesaria para remover el esqueleto de una sociedad frágil y conformista.
Cuarenta años después, ¿no estaremos cayendo en el mismo error? ¿no es necesario despabilarse del "estado del bienestar" y mirar, más allá de nuestras narices, lo que pasa en un mundo inanimado? El terrorismo campa a sus anchas; EEUU invade Irak, la estructuras sociales son rígidas, más basadas en el "cuidado con moverse" que en la imaginación que pregonaban los estudiantes parisinos, la educación es la asignatura pendiente de nuestro tiempo, junto con la desigualdad social que miramos imperturbables. Las claves están ahí, tan solo a falta de un "Dany el Rojo" que se erija en portavoz.