viernes, 21 de enero de 2011

amargados!!!!

Dedicado a los que de lunes a jueves llegan al colegio, ya de mañana, paseando su amargura. Y el viernes también.
Debe de ser muy amargo acudir cada día a un trabajo en el que no pintas nada, eres el último mono, el "convidado de piedra"; un trabajo en que todos opinan y deciden, todos menos tú. ¿Cómo puede haber alguien capaz de semejante masoquismo? Si vas a poner las notas, tendrás a un superior diciéndote lo que has de firmar, si haces evaluación, habrá alguien que te hará perder el tiempo desviando el tema; si haces tutoría de padres, estos te dirán lo que has de hacer en tus clases; si perteneces al Consejo Escolar, otros decidirán por ti. ¡Qué pena me das, amigo maestro! ¿Pensaste en algún momento en dedicarte a la banca, a la pirotecnia o el funambulismo? En cualquier profesión, con tu sapiencia, habrías ascendido vertiginosamente, tu trabajo sería relajado y fructífero, ganarías muchísimo más y nadie te diría lo que has de hacer.
Si entraste aquí por error, te invito a que:
1.- En tutoría, en la primera tutoría de curso, les digas a los padres lo que es tarea tuya y lo que es tarea suya, y que no vas a consentir que nadie se exceda en sus funciones. Es muy fácil y da muy buenos resultados, te lo aseguro.
2.- Si alguien te presiona a firmar lo que no debes, plantéate no hacerlo. Evitarás horarios complicados, aprobados injustos...Con el tiempo, padres, alumnos e incluso compañeros, te lo agradecerán.
3.- Medites sobre cuál es la función de cada uno en los órganos de gobierno del centro. En mi centro, los representantes del Consejo Escolar que no son profesores, opinan sobre asuntos que no son explícitamente académicos, entre otras cosas porque sus argumentos son fácilmente rebatibles. Y si no fuera así, tendríamos que plantearnos por qué estamos ahí.
Que alguien tenga voz y voto en una colectividad no significa que, gratuitamente, pueda cambiar el ritmo del mundo. Yo puedo opinar en mi comunidad de vecinos, pero jamás se me ocurrirá hacerlo sobre el tipo de cemento que se pondrá en una acera, prefiero que se equivoquen los profesionales. En un caso extremo, podríamos ponernos de acuerdo la mitad más uno para que se ponga hormigón X; en ese supuesto, si sale mal la obra, como es muy probable, en el pecado llevaremos la penitencia. El personal no es tan tonto, y nosotros tampoco como para dejarles que entren en nuestro terreno. El día que yo me atreva a decirle a mi mecánico de qué modo ha de arreglar mi coche y qué piezas ha de cambiar, además de disponerme a pagar una factura importante, me estaré jugando el tipo. Mi mecánico es sensato, no dejará que lo haga.
La figura del profesor, según leo en muchos foros, está bajo mínimos, pero ¿qué hemos hecho, qué estamos haciendo, los profesores para que así no sea? Esa es la cuestión y no pasarnos la vida lamentándonos de leyes, políticos, jefes y jefecillos, padres, madres y demás familia que, como no seamos nosotros quienes decidamos lo que queremos, acabarán rezando una oración por nuestra alma.