sábado, 30 de octubre de 2010

Miguel Hernández

Llegó con tres heridas

la del amor,

la de la muerte,

la de la vida.

Con tres heridas viene

la de la vida,

la del amor,

la de la muerte.

Con tres heridas yo:

la de la vida,

la de la muerte,

la del amor.

Yolanda dijo...


Javier, Miguel Hernández ha obtenido, por fin, tras largos años de olvido y silencio de muchos, el reconocimiento que se merece. No puedo añadir más a lo mucho escrito ya sobre él, sólo queda darlo a conocer a mis alumnos y releer su poesía una y otra vez, o escuchar el último disco de Serrat, magnífico. Te recuerdo los últimos versos de "Vientos del pueblo me llevan", toda una declaración de principios:

Si me muero, que me muera

con la cabeza muy alta.

Muerto y veinte veces muerto,

la boca contra la grama,

tendré apretados los dientes

y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,

que hay ruiseñores que cantan

encima de los fusiles

y en medio de las batallas.



30 de octubre de 2010 21:42

seguimos en los foros

(Comparto con vosotros algunos de mis comentarios en los foros. Aprovecho para invitaros a participar en blogs educativos, es muy enriquecedor).

29 de octubre
Me sorprende que se culpe a los “demás” de todos los problemas de la educación. Bien es cierto que la LOE no es la mejor de las leyes; que los padres pueden y deben hacer mucho más y que la administración no es la deseable. Ahora bien, cuando yo entro en mi aula y cierro la puerta, no hay padre, ni ley, ni inspector que me impida hacer mi trabajo, al contrario de lo que sucede en otras profesiones. ¿Que tengo que hacer una programación? ¡Faltaría más! Pues claro que tengo que hacerla, aunque solo sea para saber por dónde voy y qué es lo que pretendo conseguir. Y tengo que hacer un PAT porque la relación con los padres de mis alumnos es esencial. Y tengo que coordinarme con mis compañeros, me guste o no. Y tengo que dejar un informe al profesor que me siga…Más allá de pedagogías, en este trabajo no se puede improvisar, no se pude ir por libre – y ahí estoy con José Antonio Marina en que “educar es tarea de toda la tribu”-; tampoco se puede echar la culpa a las TIC, ni mucho menos. Los jueces, no hace tanto, consiguieron importantes avances, gracias a su constancia y unidad. En el magisterio cada uno “va a su bola” rajando del resto, desde el presidente del gobierno hasta el compañero de al lado. Eso, en lugar de aportar algo realmente práctico, eficiente, más allá de sindicatos acomodados. Si pretendemos algún cambio, ha de ser desde la convicción de que nadie lo hará por nosotros, de que los políticos solo usan la educación para salir mejor parados en las urnas; y, buscando lo que aún nos quede en común y estemos dispuestos a defender. Rajando del compañero de al lado, mirándonos el ombligo y viendo pasar ley tras ley y gobierno tras gobierno, criticando con una caña en la barra del bar, no veo esperanza alguna de futuro. El conformismo, empezando por los “compañeros” liberados, es sorprendente; la dejadez que se percibe en los claustros es patética, la facilidad con que lanzamos balones fuera es digna de alabanza. No nos queda otra, o nos ponemos las pilas o seguimos tragando. Eso sí, cada uno seguirá sintiéndose el mejor. Por supuesto.

30 de octubre
Claro, si no hay coordinación entre el profesorado, eso no es culpa de ZP ni del Ministerio de Educación. Hay centros que funcionan perfectamente en ese sentido. Y quien pretende ir “a su bola” no queda otra que aislarle. No se puede parar un centro por una ni por cinco personas que están ahí para cobrar una nómina a fin de mes exclusivamente.
Para eso, precisamente, hago las programaciones, para coordinarme con los ompañeros de mi ciclo o departamento; para saber por dónde voy, para hacer un seguimiento de mi tarea-no porque me la pida inspección (a mí jamás me han edido nada de nada)- sino porque yo tengo que evaluar mi tarea y rectificar cuando sea necesario. No necesito que me lo mande nadie. Y si me lo mandan me da igual, lo tengo hecho.
No puedo obviar que esos chicos pertenecen a una sociedad, la del s. XIX, no sé si mejor o peor que la del s. IX. Tengo que “deseducarles”- al igual que hace 40 años- de lo que traen de fuera. Y sé que eso forma parte de mi tarea. No puedo obviar los avances tecnológicos, ni científicos, y además no lo deseo. Por tanto, es tarea mía estar al día y prepararles para lo que se encuentran fuera, distinto a lo que se encontraban en la Edad Media.
Insisto, si queremos que algo cambie, tiene que salir de nosotros. No hay gobierno tan interesado en ello más allá de las elecciones. Un saludo.

30 de octubre
Claro, si yo me hago maestro o profesor para entrar en un aula, ante niños que se comportan como monjitas, que no reciben estímulos del exterior, que pertenecen a familias modélicas y nacen con un manual de instrucciones bajo el brazo, entonces, posiblemente, me he equivocado de “oficina”. Quizás en un banco tendría más futuro, donde el personal va encorbatado, guarda exquisitos modales, los clientes guardan escrupuloso silencio…Quizás me fuera mejor en una cadena de montaje, donde todos los días hago lo mismo, y no necesito programaciones ni PAT, ni PEC ni LOGSE. También, sin duda, se puede ser feliz. El magisterio se elige voluntariamente y desde el principio de los tiempos exige de una elevada dosis de vocación. En Universidad tal vez tengan sitio todavía, como en la Edad Media, las clases magistrales. Desde luego, donde no tienen cabida es en Ed. Infantil, ni en Ed. Primaria, ni en ESO ni en Bachillerato.
Un alumno de 1º de ESO no puede estar una mañana (5 horas) escuchando sermones, uno tras otro. Y digo yo que algo puede, y debe, hacer el profesor de turno, por mucho que la LOGSE sea una patata y ZP o Aznar sean el culpable del cambio climático.