sábado, 28 de marzo de 2009

¿qué estamos enseñando?

Cuando uno se para a ver la panorámica que nos ofrece la sociedad, se pregunta si no estaremos errando el disparo. Tanto programa y programación, objetivos, contenidos, actitudes, PEC, PAT, PGA, y un sinfin de siglas que aburren al más docto.
Ley tras Ley rectificando lo anterior, volviendo sobre lo mismo, dando vueltas sobre nosotros mismos con palabras distintas para definir lo ya sabido. Y así, años y años, décadas y décadas.
Y con la perspectiva que dan los años, uno mira por la ventana y observa. Ahí está ese autónomo que un día fue a la escuela, aprendió ( a veces con sangre) la letra, los números, las subordinadas de relativo y la regla de tres directa e inversa. No aprendió, sin embargo que, aunque el cliente no siempre tiene la razón, no puede tardar dos meses en arreglar un electrodoméstico. Nadie le ha obligado a aceptar ese trabajo, y maldita la propaganda que le hace esta actitud. Aprendió a analizar oraciones y a situar Otawa en el mapa mundi. No aprendió que, cada uno en su puesto, ha de ser responsable. Alguien no se lo enseñó. Alguien que se afanó en que nuestro amigo aprendiera a dividir entre cuatro cifras y a extraer el factor común. ¿y qué?
Ahí está, nuestro amigo funcionario que recibe una solicitud y la archiva sin más, que tarda - ya va para siete meses- en redactar un anexo simple como el mecanismo de un chupete. Alega que no sabe hacerlo. ¡Pues si no sabe hacerlo que se vaya a plantar zanahorias, si es que sabe, claro! ¿Dónde está el profesorado que se dejó la piel durante más de veinte años para que este señor aprovechase la Ed. Primaria, la Ed. Secundaria, el bachillerato e incluso cinco años de Universidad? ¿Qué aprendió nuestro amigo funcionario? ¿Derecho Romano, Estadística, Derecho Civil, Laboral...? ¿Y qué? ¿Quién le examinó de actitudes, de temas transversales, de Competencias Básicas? ¿Valoraron en la oposición su capacidad para responder con decoro y seriedad a las demandas de los ciudadanos? Posiblemente sea capaz de recitar de memoria el Aranzadi, el Código Hammurabi o la Guerra de los cien Años. ¿Y qué? ¿De qué le sirve al ciudadano que este señor ocupe un lugar donde se paralizan los trámites, donde los papeles se archivan, donde no pasa nada y si pasa es culpa del ciudadano por pedir "cosas raras" como una Certificación de Servicios prestados en el mismo lugar donde trabaja él? ¿Tan difícil es?
Amigos, maestros. Dejad los libros a un lado, si acaso aprovechadlos para nivelar tantas sillas y mesas que no apoyan bien, sea por propio defecto o por defecto del edificio escolar. Explicadles a vuestros alumnos que todo eso que están aprendiendo no servirá de nada si no asimilan que, por encima de todo, están las personas. Que cuando uno asume un trabajo, asume una responsabilidad, no un cheque en blanco para perder la mañana mirando la pantalla del PC. Explicadles que en pocos años van a ser los motores de la sociedad, van a decidir quien nos gobierna, van a ser los responsables de que no haya nuevas crisis de valores por dejadez, por desidia, por incompetencia. No les lleneis la cabecita con la lista de los reyes godos, ni siquiera de los Borbones; los alumnos no son huchas donde ir acumulando contenidos. Pensad que más contenidos de los que alguien pudiera llegar a imaginar, los tiene en un aparato de apenas un kilo: se llama PC. Y allí tiene numerosísimos programas y aplicaciones para resolver problemas que no alcanzamos ni a plantear. Ya tiene todos los contenidos, no necesita más. Necesita que le enseñemos a manejar esos contenidos, Necesita que le enseñemos a convivir, a ser responsable de sus actos.
Aparcad los libros una temporada. Enseñad a los niños a sentarse bien; a alimentarse bien; la importancia de hacer ejercicio; a tener una mente sana, lejos de prejuicios, lejos de envidias, lejos de rencores; enseñadles a convivir en armonía; enseñadles el valor de lo inmaterial; enseñadles a disfrutar de un paisaje, de un atardecer, de una amistad; enseñadles a cerrar la puerta sin dar portazos, a escuchar música sin obligar a escucharla a los demás; enseñadles a hablar en un tono no molesto para los demás; enseñadles a participar en la actividad social, especialmente en lo relativo a la ayuda a los más desfavorecidos; habladles de quienes han hecho grande este mundo: investigadores, creadores, deportistas, costureras...,que tengan un referente para orientar su futuro. En fin, dejad las subordinadas de relativo para el Profesor Universitario. Las estadísticas nos muestran que no son muchos los trabajadores que lleven en su caja de herramientas las subordinadas, y menos aún las de relativo.