Me veo en la necesidad de comentar lo que vengo leyendo en algunos foros respecto de la presión que algunos compañeros dicen sentir en relación a las evaluaciones.
Al parecer, son muchos los profesores que se sienten coaccionados para aprobar a muchos alumnos que no lo merecen. Tanto, que en el Acta de Evaluación de un grupo de 1º ESO de un centro cualquiera, como el Tutor se negaba a firmar tantos aprobados, el Director, extrañado, se lo dijo al Inspector de zona quien, desconcertado, se lo comunicó al Inspector Jefe, que, sobrecogido, a su vez, lo puso en conocimiento del Director Provincial de turno- todos de la misma cuerda, claro-. Este, sorprendido, lo hizo saber al Consejero de Educación de su Comunidad (para eso son las transferencias), quien, aún más asombrado, informó al Ministro de Educación (socialista tenía que ser), quien realmente impresionado, lo comunicó en Consejo de Ministros al mismísimo Presidente. No os lo vais a creer, pero con el fin de que aprobasen la mayoría de los alumnos, sin merecerlo-claro está-, el propio ZP (culpable del próximo fin del mundo e incluso de los anteriores), se entrevistó personalmente con el Ministro, habló con el Consejero de Educación, conversó con el Director Provincial, departió con el Inspector Jefe, comentó con el Inspector de zona, dialogó con el Director del Centro y, finalmente, platicó con el Tutor del grupo. No obteniendo una respuesta positiva de éste para aprobar a más alumnos de los que verdaderamente lo merecían, pidió el Acta al Director del Centro y él mismo, - con el talante que le caracteriza como causante de la desaparición del oso polar y de la aparicion de la niebla en Londres-, estampó su rúbrica en la casilla de aquel sin que nadie en la cadena de mando (perdón, de sumisión), se atreviese a pestañear. Así nos va y así os lo cuento, como me lo contó Fray Gerundio de Campazas.