sábado, 22 de septiembre de 2012

"A la mierda"

Sin temblarle el pulso y harto de las gracietas de los populares- ahora "Partido de los Trabajadores"- soltó un "a la mierda" seguido de "lo que les fastidia a ustedes, que han controlado el poder, es que vengamos aquí a hablar". Todo ello entre risas de diputados, algún ministro también, que algo de vergüenza deberían sentir al verse en tal actitud.


No era Labordeta un político al uso, por eso sus palabras podrían dirigirse a un alto porcentaje de políticos de uno y otro color.

El primer recuerdo que tengo de él - de su música- es en Valladolid; las manos unidas con un numeroso grupo de personas entonando su "Canto a la libertad". Por entonces Chile se había convertido en una dictadura y aquí aún no habíamos salido de la nuestra. Se erizaba el vello gritando en "clandestinidad": "Habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad". Aprendimos sus versos al lado de los de Paco Ibáñez, Luis Pastor, Jacques Brel, Moustaki y Víctor Jara.

Y aprendimos también su ironía, su socarronería con "Meditaciones de Severino el sordo"; sin desperdicio.

Dentro de un señor que se paseaba por España con una mochila, había un alma de maestro, que lo era- catedrático-, auténtico, de verdad, enraizado en Aragón y patrimonio de todos.

No era político al uso, no era músico al uso; su personalidad se alzaba sobre modismos, sobre técnicas instrumentales y sobre formas.

Su sentido del humor brotaba espontáneo. Era capaz de crear la historia de las tazas de té con elementos pornográficos que tanto escandalizaron a su prima "monjil", que esta huyó de casa y aún no se conoce su paradero. O se solidarizaba con aquellos que pedían que se contrataran informadores del tiempo que fueran zurdos, pues con el trasero ocultaban Murcia y en Cartagena nunca sabían qué tiempo tendrían. Así, -decía-, en todo caso, la peor parte se la llevarían los portugueses. José Antonio Labordeta, maestro de maestros, cantautor de verso hondo, político de verdades desnudas. La persona por encima del personaje, capaz de desentrañar las vergüenzas de los encorbatados que, tras la poltrona, ríen con patetismo cuando alguien les canta un par de verdades.

Espejo que debiera ser de las nuevas generaciones: de los políticos, para que se miren menos el ombligo y de los maestros para que no perdamos el referente. ¡Que sabe Dios lo que les contarán y cantarán a los niños quienes la primera vez que han sabido algo de Labordeta ha sido, precisamente, hoy, cuando nos ha dejado!

(José Antonio Labordeta nos dejó hace dos años; su obra perdurará por los siglos).

El camellito sabio

“Se escribe por necesidad”, decía Ángel González.
Por necesidad os traigo hoy el cuento de “El camellito sabio”. Más que nada para evidenciar el error en que se encuentran “los amos del zoo”, sobrados ellos de suficiencia al punto de no permitir que nadie les distraiga en su afán de dejar las cosas como están (“Virgencita, virgencita…”), o el ya manido “Siempre se ha hecho así”. Como si fueran argumentos no ya para pifiar (“Errare humanum est”), sino para permanecer en el error por los siglos. Con la que está cayendo, más les valdría abrir los ojos y cerciorarse de que cada vez somos más los que nos llevamos las manos a la cabeza por sus acciones u omisiones que no hacen sino prolongar unos modos decimonónicos, sea ya en la política, en la educación o en el quehacer diario donde no caben sus patéticas ocurrencias, sus convicciones sin argumentos donde sustentarse y la absurda creencia de sentirse imprescindibles (“Los cementerios están llenos de imprescindibles”).

Es necesario, pues, un barrido sin miramientos para que estos “amos del zoo o de la finca” por fin levanten las posaderas de sus regios tronos, donde en palabras de Machado se limitan a “despreciar cuanto ignoran”- traducido, “la ignorancia es atrevida”-, y den paso a mentes preclaras y culos inquietos que más ayudarían a darle una mano de verdad al paisaje, y falta que le hace.

Políticos, sindicalistas, amos de pequeñas fincas públicas en general: hagan el santo favor de levantar sus posaderas y tomar un sorbo de aire fresco. Su salud se lo agradecerá. Y más aún, se lo agradecerá la salud de tantos y tantos “camellitos” con más talento, más conocimientos, más capacidad y, sobre todo, más entusiasmo.

El camellito sabio

Una madre y un bebé camello estaban descansando, y de repente el bebé camello pregunta....
Bebé: Madre, ¿puedo preguntarte algunas cosas?

Mamá: ¡Claro que sí ! ¿Por qué hijo, hay algo que te molesta ?

Bebé: ¿Por qué los camellos tenemos joroba?
Mamá: Mira hijo, nosotros somos animales del desierto, y necesitamos la joroba para guardar agua y podamos sobrevivir sin ella.

Bebé: ¿Bien, entonces por qué son nuestras piernas largas y nuestros patas redondas?
Madre: ¡Hijo, obviamente ellos se adaptan para andar en el desierto, con estas piernas nos podemos mover por el desierto mejor que nadie ! Dijo la madre orgullosamente.

Bebé: ¿Bien, entonces por qué son nuestras pestañas tan grandes? A veces esto molesta mi vista.
Madre: Hijo mío, aquellas pestañas largas y gruesas son su tapa protectora. Ellos ayudan a proteger tus ojos de la arena de desierto y viento, dijo su madre con ojos llenos de orgullo....

Bebé: Ya entiendo. Entonces la joroba debe almacenar el agua cuando estamos en el desierto, las piernas son para andar por el desierto y estas pestañas protegen mis ojos del desierto...
Entonces ¿qué demonios estamos haciendo aquí en el zoológico ?????

MORALEJA:

Habilidades, conocimiento, capacidades y experiencia sólo son útiles si estás en el lugar correcto...