sábado, 12 de febrero de 2011

la noticia de la semana

La situación es tensa. Numerosos periodistas siguen la evolución de los acontecimientos en las proximidades del edificio. Tras varios minutos sin información se producen las primeras conexiones desde los estudios de televisión.
Una voz preocupada le inquiere a uno de los enviados:
- Compañero, ¿podrías darnos información de última hora sobre lo que ocurre?
- Bien, nos encontramos rodeados de una nube de medios informativos. Los compañeros gráficos no cesan en codearse para obtener las primeras imágenes.
- ¿Podríamos hablar de normalidad en estos momentos?
- Más bien existe una calma tensa mientras esperamos declaraciones. Dentro del edificio hay mucha gente que busca una solución a esta crisis.
- ¿Cómo crees que se resolverá el conflicto?
- Es difícil hacer pronósticos después de tantos años de tirantez entre las partes. En estos momentos esperaremos que alguno de los implicados salga para hacer declaraciones a la prensa y con ello mitigue el estado de nerviosismo de la población.
- Gracias compañero. Permanecemos en directo.
- Por supuesto, en cuanto se produzca alguna noticia interrumpiremos la programación para transmitirla a los ciudadanos.
A la audiencia:
- Ya lo ven, tras las declaraciones del día de ayer se ha abierto la caja de los truenos y nada es ni será como antes. Las espadas están en todo lo alto y cualquier gesto, cualquier declaración, podría cambiar el rumbo de los acontecimientos.
A los tertulianos:
- ¿Consideráis esto una postura adecuada tras las manifestaciones realizadas ayer, teniendo en cuenta que hasta ese momento la relación entre las partes estaba moderada por un respetuoso silencio?
Opinan los tertulianos:
- No alcanzo a comprender cómo no se ha producido ya una reacción, teniendo en cuenta la preocupación existente entre la ciudadanía. Alguien debe dar un paso y ha de ser más pronto que tarde, para evitar males mayores. Ya conocemos cómo han acabado estos escándalos en otras ocasiones.
- Yo personalmente, conociendo el entramado de este asunto, considero que de inmediato se debe llegar a un consenso, sobre todo porque en definitiva este desasosiego acaban pagándolo los más inocentes.
- No veo una salida inmediata a la crisis, sin embargo considero que una intervención exterior facilitaría la reconciliación entre las partes.
Conexión de urgencia con el lugar de los hechos:
- ¡Compañeros, acaba de producirse la noticia! Ha salido del edificio pero no ha querido hacer declaraciones a la prensa; un silencio tenso cubre la atmósfera en este momento. Como pueden ver nuestros espectadores, muestra un aparente nerviosismo. Vamos a intentar acercarnos a él.
Desde el estudio:
- ¡Compañeros, compañeros! Dejamos línea abierta para recoger cualquier declaración. Hemos cambiado la programación para poder atender cualquier circunstancia  que pudiera cambiar la evolución de los hechos. Vemos cómo intentáis entrevistarle y, lo que has dicho antes, la cara de preocupación en su rostro, como no puede ser de otro modo.
- Sí, como podéis ver, ha subido a su vehículo sin hacer ninguna declaración y se abre paso con dificultad entre los numerosos medios y la concurrencia de numerosos ciudadanos que no han querido perderse este momento. Vemos cómo se pierde su imagen en la lejanía mientras esperamos alguna otra noticia de alcance.
- ¡Gracias compañero! Todos hemos podido ver esta escena que quedará en las hemerotecas a disposición del gran público.
Y a ustedes, amigos telespectadores, solamente nos resta desearles un buen fin de semana. Esta ha sido la noticia: el silencio de Jesulín de Ubrique tras las declaraciones de Belén Esteban en el día de ayer. Muchas gracias.

con el culo al aire...

Es otra mis intervenciones en el blog Deseducativos (tenéis el enlace ahí al lado).
Vaya, parece que nos vamos poniendo de acuerdo. Ahora es cuando podemos remitirnos, sin que nos insulten por ello, a aquellos comentarios en que decíamos que de nada sirve pasarse el día entre la palabrería si no se pasa a la acción. También podemos recuperar otros en que apuntábamos que no sirve de nada echar balones fuera, culpar a equipos, a inspectores, a ministros y a leyes si no se da un paso más allá de foros y debates.
Porque si, como algunos dicen, estuviésemos en épocas inquisitoriales, en medio de un gulag, en campos de concentración, vigilados día y noche, sometidos sin remedio, acosados por alumnos y administraciones y no hacemos nada, en algo estamos fallando. O todo es una sarta de barbaridades producto del inconformismo o la bilis, o hay demasiado masoquismo en la profesión.
Si hemos convertido nuestras preocupaciones en una charla de barra de bar y no salimos de ahí, ¿qué esperamos?, ¿que vengan los trabajadores forestales o las costureras a solucionar nuestros problemas?
Pero ¿qué es lo que ocurre cuando alguien intenta dar un paso? Ayer mismo se convocaba una protesta de estudiantes en La Coruña para denunciar los recortes de las administraciones en educación. ¿Cuántos asistieron? Sí, solamente un estudiante, el convocante. Si no fuera por lo trágico del asunto sería para partirse de risa. Pues eso mismo ocurre en nuestra profesión, que cada uno se preocupa de salvar su culo. Si los interinos tienen problemas, ellos se los solucionen; si son los provisionales, tanto de lo mismo; si no se reconocen los sexenios, allá a quien le afecte; si los nuevos compañeros no disponen de Muface, no es mi problema, y así un largo etcétera.
Por tanto, ya no vale culpar al empedrado; nuestros problemas son nuestros y de nadie más, y solo desde esa convicción y de que solo nosotros podemos solucionarlos es factible dar algún paso más allá de sermones más o menos elaborados. ¿Pero cómo avanzar si todos consideramos ser los mejores profesores del mundo y que la razón nos asiste en todo momento?, ¿Cómo intentar un mínimo avance si por decir que es preciso empatizar con el alumnado te llaman pederasta tus propios compañeros?, ¿Qué propuestas puede hacer alguien que no acepta otras opiniones; y no solo eso, sino que responde con insultos y descalificaciones?, ¿Ese es el camino que se propone? ¡Apaga y vámonos!
¿Qué esperan estos adalides, que hagamos como el estudiante gallego? Claro, para que, mientras ellos salvan el tipo, los demás nos quedemos solos y encima nos digan: mira que pardillo, con lo bien que se está aquí al calorcito del sueldo y viendo la vida pasar. Pues eso. Demasiado poco nos pasa.