jueves, 12 de junio de 2008

no puedo con mi hijo

Esta frase hiela la sangre. Oír esta frase a una madre (los padres no saben dónde está el colegio de sus hijos), nos deja indefensos ante ese adolescente que pone sus normas allí por donde pisa. Y, claro, si es capaz de ponerlas en su propia casa, ¿cómo no las va a poner también en el colegio? Es decir, ¿cómo va a aceptar las normas que otros le pongan?
Así, campa a sus anchas en casa, en el colegio y en la calle. No tiene límites.
La batalla está perdida.
Hemos trabajado con alumnos adolescentes, de hasta 18 años, con los que "sus padres no pueden". No pueden y les compran el móvil de última generación, no pueden y les compran una moto de mayor cilindrada, no pueden y les dejan vía libre para el fin de semana (tres días con sus tres noches y, por supuesto, una cantidad de dinero suficiente para "que no le falte de nada"). Hablo de un caso concreto, no es un ejemplo.
Llega el lunes,y el chico, en este caso la chica, se nos presenta en clase a las 12:00, con sueño, algo de resaca y no muchas ganas de trabajar.
Avisamos a los padres y "es que no puedo con ella".
Pues nada, señora, si usted no puede, si usted no conoce a su hija de 17 años como la conozco yo en cuatro meses, si usted "¿qué voy a hacer?", "si ya sé que fuma, pero...", "si ya sé....".
Sí, ya sabe que no sabe nada. Y no lo sabe porque no se pide el carné de padre para tener hijos. Y no lo sabe porque es muy cómodo disfrutar el fin de semana sin ese hijo tan pesado con el que "no sé qué hacer".
Nosotros, los maestros, estamos para educar a su hijo pero, por dios, ya que a usted le importa un pimiento, al menos déjenos hacer nuestra tarea. No porque sea su hijo, sino porque es, porque todos así queremos que sea, fundamental en la sociedad que todos deseamos. Aaunque usted no le conozca ni ganas que tiene de conocerle.