No suena prepotente decir que lo sabíamos. Lo que nos extraña, a juzgar por cómo el personal se lleva las manos a la cabeza, es que tanta gente estuviera en el limbo. ¿De qué se sorprenden?, ¿No conocen las numerosas denuncias de profesores por violencia, acoso, amenazas de alumnos y padres, insultos y faltas de respeto...?, ¿Desconocen las bajas por depresión, ansiedad...?
Quizás faltaba dar un paso para que se evidenciara todo esto. Y es que, ante la pasividad de unos y la permisividad de otros, ha tenido que venir un juez a sacarnos los colores. Principalmente a los padres que consienten, defienden y justifican todo a sus "bestiecillas". Pero como nadie ha querido o no ha podido decírselo clarito, llegando a estos extremos no queda otra.
Dos pasos, como mínimo, nos hemos pasado por aquel sitio. Los padres que buscaron todo tipo de excusas para justificarles y la administración educativa que no les puso en su lugar, a pesar de los padres.
Algo tendremos que plantearnos unos y otros. Si hemos perdido la autoridad, alguien nos la tendrá que dar, por ley o por decreto. Si los padres no se hacen cargo de sus hijos y de sus actos, alguien se lo tiene que reclamar. Ahora, con esta sentencia, parece que damos por buena la situación y, no quiero ser pesimista, podríamos mantener este conformismo esperando que algún juez en algún lugar ponga remedio. Y mientras, a sestear.
Los fierecillas podrán presumir de haberse saltado dos estamentos haciendo valer su mala educación: la familia y la escuela. Su próximo reto, torear a los jueces. ¿Difícil? De momento parece que no. ¿O alguien cree que van a cumplir la "ejemplar" sentencia de no salir de fiesta en tres meses? Y menos si cuentan con el apoyo de sus propios padres en esta gymkana sorteando todo orden social y regateando cuanto suene a convivencia y educación. Si criamos cuervos, de qué nos quejamos...
Quizás faltaba dar un paso para que se evidenciara todo esto. Y es que, ante la pasividad de unos y la permisividad de otros, ha tenido que venir un juez a sacarnos los colores. Principalmente a los padres que consienten, defienden y justifican todo a sus "bestiecillas". Pero como nadie ha querido o no ha podido decírselo clarito, llegando a estos extremos no queda otra.
Dos pasos, como mínimo, nos hemos pasado por aquel sitio. Los padres que buscaron todo tipo de excusas para justificarles y la administración educativa que no les puso en su lugar, a pesar de los padres.
Algo tendremos que plantearnos unos y otros. Si hemos perdido la autoridad, alguien nos la tendrá que dar, por ley o por decreto. Si los padres no se hacen cargo de sus hijos y de sus actos, alguien se lo tiene que reclamar. Ahora, con esta sentencia, parece que damos por buena la situación y, no quiero ser pesimista, podríamos mantener este conformismo esperando que algún juez en algún lugar ponga remedio. Y mientras, a sestear.
Los fierecillas podrán presumir de haberse saltado dos estamentos haciendo valer su mala educación: la familia y la escuela. Su próximo reto, torear a los jueces. ¿Difícil? De momento parece que no. ¿O alguien cree que van a cumplir la "ejemplar" sentencia de no salir de fiesta en tres meses? Y menos si cuentan con el apoyo de sus propios padres en esta gymkana sorteando todo orden social y regateando cuanto suene a convivencia y educación. Si criamos cuervos, de qué nos quejamos...