No se le pueden negar méritos al recién estrenado Presidente americano. Sin embargo, como es común en los políticos del mundo, la educación les viene grande. Porque son tantos los intereses que se mueven alrededor de la enseñanza que les resulta difícil abstraerse de ellos para proponer un sistema educativo menos malo.
Profesorado, alumnado, padres, sindicatos, iglesia..., todos con interesantes propuestas pero claramente alejadas de las de los otros. Con estos mimbres, ni Obama ni el resto de líderes mundiales ven luz al final de túnel y acuden a soluciones más o menos ocurrentes.
Dice Don Barack que el sueldo de los profesores ha de establecerse en función de los resultados de los alumnos. Y si un profesor no obtiene resultados, pues a otra cosa...Así de sencillo.
Verdaderamente nos da miedo cada vez que un político tiene alguna idea sobre educación.
Y no es que sea difícil, no. Bastaría con que tomasen la educación con la seriedad que requiere como base fundamental de las generaciones futuras. Aprobar sistemas educativos a largo plazo, independientes de sus intereses partidistas y asesorarse por quienes están a pie de aula, es decir, en la realidad.
Sería conveniente que los sindicatos recobrasen el papel para el que fueron creados, lejos de su compadreo con los gobiernos de turno; que los padres asumiesen su papel fundamental en la educación de sus hijos, y no cediendo a la escuela un papel que no le corresponde; que la iglesia, con el mismo respeto que todos le profesamos, abandonase los espacios públicos y todos los condicionantes que repercuten negativamente en una escuela laica; que el profesorado despertase de su letargo y se dedicase a lo que sabe hacer: educar y enseñar.
En una palabra, señor Obama, lo que la escuela necesita es: consenso.
Profesorado, alumnado, padres, sindicatos, iglesia..., todos con interesantes propuestas pero claramente alejadas de las de los otros. Con estos mimbres, ni Obama ni el resto de líderes mundiales ven luz al final de túnel y acuden a soluciones más o menos ocurrentes.
Dice Don Barack que el sueldo de los profesores ha de establecerse en función de los resultados de los alumnos. Y si un profesor no obtiene resultados, pues a otra cosa...Así de sencillo.
Verdaderamente nos da miedo cada vez que un político tiene alguna idea sobre educación.
Y no es que sea difícil, no. Bastaría con que tomasen la educación con la seriedad que requiere como base fundamental de las generaciones futuras. Aprobar sistemas educativos a largo plazo, independientes de sus intereses partidistas y asesorarse por quienes están a pie de aula, es decir, en la realidad.
Sería conveniente que los sindicatos recobrasen el papel para el que fueron creados, lejos de su compadreo con los gobiernos de turno; que los padres asumiesen su papel fundamental en la educación de sus hijos, y no cediendo a la escuela un papel que no le corresponde; que la iglesia, con el mismo respeto que todos le profesamos, abandonase los espacios públicos y todos los condicionantes que repercuten negativamente en una escuela laica; que el profesorado despertase de su letargo y se dedicase a lo que sabe hacer: educar y enseñar.
En una palabra, señor Obama, lo que la escuela necesita es: consenso.