El PP propondrá una reforma legal que contemple cárcel para quien agreda a un profesor.
Este titular en sí mismo es para ponerse a temblar. Y no es que no haya alumnos que se merezcan un castigo ejemplar, por agresiones a profesores, por agresiones a compañeros, por muchas más razones.
Ahora bien, si esta reforma se llegase a aprobar se confirmaría que, definitivamente, hemos tirado la toalla, que no somos capaces de "reconducir" a un alumno que contínuamente circula por la izquierda en el entorno escolar. Y fuera también, claro.
Poco hemos aprendido si cada vez que hay un problema en el colegio todo lo que se nos ocurre es castigar. Y poco hemos aprendido cuando, ante una falta que lo merece, no aplicamos un castigo.
Porque el alumno que agrede a un profesor, no lo hace por un "cruce de cables" que le sucede un día determinado en un momento puntual. Antes ocurre un proceso de "pequeñas agresiones" que nadie ha sabido parar, ni profesorado, ni padres, ni sociedad. Y el bólido, vía abierta, va cogiendo velocidad, siendo consciente de que nada ni nadie va a detenerlo.
Protegido por esa impunidad presume de su "camorrismo" ante la mirada impávida de unos y otros, hace y deshace a su antojo, revienta las clases e incluso, si nadie lo remedia, puede llegar a convertirse en líder.
¿Dondé está quien debía abrir un parte y no lo hace?, ¿Dónde quien tiene la mesa atestada de partes y no los tramita?, ¿Dónde quien debe abrir expediente?, ¿Dónde la Comisión de Convivencia?, ¿Dónde el Equipo de Ciclo?, ¿Dónde el Claustro de Profesores?, ¿Dónde el Consejo Escolar?...Nadie aparece...¿Tanto es el miedo?
Un chaval cargado de impunidad revienta cualquier sistema; cualquier sistema blando, claro.
A un alumno no se le castiga a los 16 años: se le educa con 3 años, con 2, con 1...y aún antes.
Si esta reforma prospera, no solo habremos fracasado, sino que abre una espiral peligrosa. Al tiempo.
Este titular en sí mismo es para ponerse a temblar. Y no es que no haya alumnos que se merezcan un castigo ejemplar, por agresiones a profesores, por agresiones a compañeros, por muchas más razones.
Ahora bien, si esta reforma se llegase a aprobar se confirmaría que, definitivamente, hemos tirado la toalla, que no somos capaces de "reconducir" a un alumno que contínuamente circula por la izquierda en el entorno escolar. Y fuera también, claro.
Poco hemos aprendido si cada vez que hay un problema en el colegio todo lo que se nos ocurre es castigar. Y poco hemos aprendido cuando, ante una falta que lo merece, no aplicamos un castigo.
Porque el alumno que agrede a un profesor, no lo hace por un "cruce de cables" que le sucede un día determinado en un momento puntual. Antes ocurre un proceso de "pequeñas agresiones" que nadie ha sabido parar, ni profesorado, ni padres, ni sociedad. Y el bólido, vía abierta, va cogiendo velocidad, siendo consciente de que nada ni nadie va a detenerlo.
Protegido por esa impunidad presume de su "camorrismo" ante la mirada impávida de unos y otros, hace y deshace a su antojo, revienta las clases e incluso, si nadie lo remedia, puede llegar a convertirse en líder.
¿Dondé está quien debía abrir un parte y no lo hace?, ¿Dónde quien tiene la mesa atestada de partes y no los tramita?, ¿Dónde quien debe abrir expediente?, ¿Dónde la Comisión de Convivencia?, ¿Dónde el Equipo de Ciclo?, ¿Dónde el Claustro de Profesores?, ¿Dónde el Consejo Escolar?...Nadie aparece...¿Tanto es el miedo?
Un chaval cargado de impunidad revienta cualquier sistema; cualquier sistema blando, claro.
A un alumno no se le castiga a los 16 años: se le educa con 3 años, con 2, con 1...y aún antes.
Si esta reforma prospera, no solo habremos fracasado, sino que abre una espiral peligrosa. Al tiempo.