En tercero de Filología tenía una compañera que, por ser leonesa, dominaba perfectamente determinadas facetas del lenguaje y se pasaba el dia corrigiendo laísmos, loísmos y demás "-ismos" al resto de compañeros. No le faltaba razón, pero lo que entendíamos que podria ser anecdótico- con una o dos veces que te lo recuerden vale-, obervamos que era una obsesión.
Apareció entonces en un suplemento semanal el relato "No te cases nunca con un académico", que le regalamos. En él se narran los avatares que una humilde ama de casa sufre tras su matrimonio con un purista. Este, obsesionado con la lengua, no cesaba de corregir cada frase, cada palabra pronunciada por su mujer. En cierta ocasión, al volver de su trabajo, la encuentra en el suelo de la cocina gritando: "¡Que me asfisio, que me asfisio!". Lejos de preocuparse por la vida de su señora, el académico, se limitó a corregirla: "No se dice ´asfisio´se dice ´asfixio´". Más gritaba ella y más se emperraba él en corregir su mala pronunciación en lugar de apagar el gas y ayudarla en su agonía. Así, hasta que la pobre mujer murió ´asfisiada´o ´asfixiada´, como prefieran.
El purismo, ya se sabe, antepone la forma al fondo hasta límites realmente peligrosos. Uno, que algo tiene de Filólogo, va sobrado en según que temas y cada día encuentra miles de errores de puristas y no puristas que prefiere pasar por alto para salvar situaciones más importantes. De otro modo no tendría amigos, ni vecinos...a más de resultar pesado, pedante e incluso repelente.
La Academia nos ha regalado una nueva Ortografía que, lógicamente, no gusta a todos pero que es producto de la evolución de la lengua, que algo sabrán de ello quienes han dedicado tantos años a tan digna tarea. Alabo mi suerte de haber tenido como profesor al hasta ahora Presidente de la Academia, Don Víctor García de la Concha.
Como información les diré que la "ch" y la "ll" ya hace tiempo que dejaron de ser letras; basta con mirar cualquier diccionario. Que sustantivos comunes como "rey" o "papa" se escriban con minúscula, además de ser de sentido común y obedecer a las normas, se me antojan muy democráticos, por igualar tan altas autoridades con mecánicos y costureras. Que la "y" se denomine "ye" tampoco es ninguna aberración, como no lo es decir "eme", "hache", "jota"..., por mucho que algunas grafías tuvieran otros nombres en otro tiempo. No olvidemos que la "y", teniendo sonido vocálico, es una consonante (no en francés), por lo que en buena lógica el fonema ha de ser /ye/ y no /i/.
En todo caso, esto no deja de ser una docena de anécdotas, que los medios utilizan para subir su audencia contando con el beneplácito de quienes tienden a quedarse en eso, en la anécdota, en medio de todo un tratado de Ortografía que los puritas jamás se molestarán en consultar. Y, no olvidemos, que la lengua está en continua evolución, siendo tachados los académicos de permanecer en el pasado. Pues bien, ahora que dan algunos pasos hacia delante se les tilda de lo contrario. Gracias a estos cambios el castellano se convirtió en lengua con todos sus atributos: diccionario, normas, gramática..., y eso que todavía, en muchas celebraciones religiosas, se sigue rezando y cantando enl latín, aunque muy pocos sepan realmente lo que están diciendo.
Antes de dedicarme a esta noble tarea de enseñar, tuve la fortuna de trabajar en un mundo muy diferente donde los valores eran otros: el poder, la apariencia, el dinero...Y digo fortuna porque los contrajemplos también sirven para aprender y para crecer. En cierta ocasión, cuando llevaba año y medio trabajando, se me presentó un individuo de nombre Primitivo (nunca un antropónimo fue más acertado), sin poseer siquiera el antiguo certificado de escolaridad, que se atrevió a corregirme un par de "errores" en un escrito. Demostrándole que los errores no eran tales, le solté una breve lección de gramática, gratis por supuesto, que tan al alma le llegaron que jamás volví a saber de él.
Por favor, defendamos la lengua, pero no lleguemos al extremo de dejarla en pañales, como tampoco pretenderíamos volver a las cavernas, ´con lo bien que se vivía en ellas´. Salgamos, tomemos el aire, viajemos, discutamos en armonía y ayudemos a que la lengua sea lo que es, un medio, y no un arma arrojadiza. Más que nada porque acaba por convertirse en bumerán y golpeando a quien lo arrojó en su propia cocorota.
El que esté libre de errores que lance el primer comentario crítico.
Los dos loros y la cotorra
De Santo Domingo trajo
dos loros una señora:
la isla es mitad francesa,
y otra mitad española.
Así cada animalito
hablaba distinto idioma.
Pusiéronlos al balcón,
y aquello era Babilonia;
de francés y castellano
hicieron tal pepitoria,
que al cabo ya no sabían
hablar ni una lengua ni otra.
El francés del español
tomó voces, aunque pocas,
el español al francés
casi se las tomó todas.
Manda el ama separarlos,
y el francés luego reforma
las palabras que aprendió
de lengua que no es de moda
el español, al contrario,
no olvida la jerigonza,
y aun discurre que con ella
ilustra su lengua propia.
Llegó a pedir en francés
los garbanzos de la olla,
y desde el balcón de enfrente
una erudita cotorra
la carcajada soltó,
haciendo del loro mofa.
Él respondió solamente,
como por tacha afrentosa:
Vos no sois una PURISTA;
y ella dijo: A mucha honra.
¡Vaya, que los loros son
lo mismo que las personas!
Tomás de Iriarte