viernes, 7 de enero de 2011

reflexiones de un ateo

Dice Benedicto XVI que la ciencia no puede explicar el origen del universo. Y tiene razón. Como la tenían sus antecesores cuando negaban el movimiento de rotación de la Tierra o la doble circulación de la sangre. Más aún, no solo negaban todo aquello que la ciencia no conseguía explicar, sino que quien osaba adelantarse un paso a sus creencias era asado vivo, y no es un recurso literario.
La iglesia, que tiene recursos para todo, va muy por delante de la ciencia en esta hermenéutica sobre todo aquello que nos rodea y que aún, seguimos evolucionando, no podemos explicarnos. El principal recurso del clero se llama "fe". Mediante un extraño proceso cualquiera puede llegar a comprender o no, da igual, que una persona sea una y tres a la vez, por ejemplo. Porque ni siquiera importa que lo entienda sino que lo acepte porque sí, lo que le augura, además, una segunda vida más feliz que ésta (que no es tan difícil, digo yo).
Tampoco parece importar mucho, y eso es lo paradójico, que buena parte de quienes son capaces de realizar tales actos de fe, se pasen por el arco de triunfo mandamientos y más normas de su iglesia. No hace falta ir a Salamanca para entender que, a pié de calle, sería más coherente corresponder a esas creencias con una conducta ejemplar y ajustada a dichas normas que enfrascarse en intentar buscar a los dioses más allá de los pucheros, donde Teresa de Ávila siempre lo encontraba.
Afortunadamente, los tiempos cambian, la iglesia en su lento caminar hacia no se sabe dónde, ha descartado seguir haciendo fallas con personas, lo que es un gran avance. Persiste, eso sí, en recordarnos que son más listos que el resto, por eso de que disponen de un método particular. También es verdad que no tienen mucho más recorrido, sus “políticas” no venden, sus estrategias no convencen y sus maneras distan mucho de aquellas que se predican en los libros que les sirven de referencia. O les falla la exégesis o no les interesa el evangelio de sandalia. Y es que, nada es igual desde que no hay leones en la arena.

Comentarios
Miguel dijo...


La verdad es que no sé por qué la iglesia se empeña en cegarse y no ver la realidad. Bien está que uno tenga sus creencias, su fe, y sus credos, pero ¡Válgame Dios! lo evidente no se puede discutir. Y los hechos y cuestiones pasan a ser evidencias cuando se demuestra su causa. Y así pasa, que la iglesia ha hecho oídos sordos a los descubrimientos no sé bien en base a qué, y esto ha propiciado que muchas personas se apartaran de la iglesia. Por eso pienso yo que no estaría mal, para ganar adeptos, que aceptaran los avances científicos como asuntos probados y verdaderos y que mantuvieran en la fe aquello insondable para la ciencia.
Un abrazo.