Echábamos de menos la rebeldía ante este oscuro mundo que nos maneja a su antojo, el de los mercados según dicen, el del capitalismo salvaje que nos invade y del que no podemos ausentarnos a menos que hagamos un viaje sin retorno al corazón de África.
Echábamos de menos que alguien en algún lugar se rebelara de una santa vez, con razón o sin ella; los jóvenes tienen razones que los conformistas, “moderados”, acomodados alrededor de su ombligo, no entienden. En realidad nadie les ha enseñado, porque hemos sobrevivido durante tres décadas en un vivac donde nos faltó de nada, y nunca pensamos que quienes protagonizamos alguna de las últimas carreras delante de los grises, nos íbamos a desayunar con imágenes como las que se suceden estos días que nos evocan, desgraciadamente, aquellos tiempos felizmente superados.
No hemos preparado a esta generación para ser zarandeados, y hasta agredidos por la policía; porque alguien nos convenció de que la democracia impedía que se recreasen estas escenas que pertenecen a la televisión monocolor. Los gobiernos, por otra parte, ni de izquierdas ni de derechas, se acordaron de ellos y ahí, sin embargo, por generación espontánea, como salidos de la nada, aparecen estos chicos sorprendiéndonos con la valentía de quienes se niegan a permitir la pérdida de derechos, el abuso de poder, la corrupción,…
Nada pueden esperar de los pánfilos de nuestra generación; pues si jamás osaron enfrentarse a la autoridad, si jamás rompieron los tensos silencios, si nunca creyeron que les tocaría a ellos, si han encontrado el hueco al sofá para acudir al día siguiente al trabajo con el último cotilleo, si no levantaron la voz cuando jóvenes y no hacen sino gritar para mostrar sus carencias cuando viejos-no de edad como de mentalidad-, si no fueron capaces de crear algo nuevo, si no alcanzan a un debate de mínimos, si viven con las orejeras y la venda desde el día en que despertaron con la teta de mamá empresa o papá Estado,…poco pueden ofrecerles a quienes viven en una onda desigual. Y ya no hay tiempo para ajustar el dial.
Saben que se juegan mucho y que nadie va a luchar por ellos. Su único pecado es no tener pasado y no atisbar futuro alguno. Les queda la rebelión del presente, que no es poco.
"Bajo los adoquines está la playa"; el problema es que la dosis de cemento, será por la burbuja inmobiliaria, les dará tanto trabajo como a Dani el Rojo.
Echábamos de menos que alguien en algún lugar se rebelara de una santa vez, con razón o sin ella; los jóvenes tienen razones que los conformistas, “moderados”, acomodados alrededor de su ombligo, no entienden. En realidad nadie les ha enseñado, porque hemos sobrevivido durante tres décadas en un vivac donde nos faltó de nada, y nunca pensamos que quienes protagonizamos alguna de las últimas carreras delante de los grises, nos íbamos a desayunar con imágenes como las que se suceden estos días que nos evocan, desgraciadamente, aquellos tiempos felizmente superados.
No hemos preparado a esta generación para ser zarandeados, y hasta agredidos por la policía; porque alguien nos convenció de que la democracia impedía que se recreasen estas escenas que pertenecen a la televisión monocolor. Los gobiernos, por otra parte, ni de izquierdas ni de derechas, se acordaron de ellos y ahí, sin embargo, por generación espontánea, como salidos de la nada, aparecen estos chicos sorprendiéndonos con la valentía de quienes se niegan a permitir la pérdida de derechos, el abuso de poder, la corrupción,…
Nada pueden esperar de los pánfilos de nuestra generación; pues si jamás osaron enfrentarse a la autoridad, si jamás rompieron los tensos silencios, si nunca creyeron que les tocaría a ellos, si han encontrado el hueco al sofá para acudir al día siguiente al trabajo con el último cotilleo, si no levantaron la voz cuando jóvenes y no hacen sino gritar para mostrar sus carencias cuando viejos-no de edad como de mentalidad-, si no fueron capaces de crear algo nuevo, si no alcanzan a un debate de mínimos, si viven con las orejeras y la venda desde el día en que despertaron con la teta de mamá empresa o papá Estado,…poco pueden ofrecerles a quienes viven en una onda desigual. Y ya no hay tiempo para ajustar el dial.
Saben que se juegan mucho y que nadie va a luchar por ellos. Su único pecado es no tener pasado y no atisbar futuro alguno. Les queda la rebelión del presente, que no es poco.
"Bajo los adoquines está la playa"; el problema es que la dosis de cemento, será por la burbuja inmobiliaria, les dará tanto trabajo como a Dani el Rojo.