jueves, 23 de diciembre de 2010

más madera

El profesor Keatig, por muchos años que tenga la película, no inventó nada. Por tanto, nadie se apunta a un carro que desconoce, sino que, en todo caso, lo que hace es reafirmarnos en algo que veníamos haciendo o estaba ya en nuestro ADN para cuando fuésemos loq ue ahora somos: maestros.
Personalmente no me avergüenzo en absoluto de huir de métodos tradiconales ni considero que sean mejores que otros. Insisto, no voy a prescindir de ningún recurso, por muchos calificativos que se les ponga. Y tampoco voy a prescindir del esfuerzo, ni de la memoria, algo que en modo alguno se intuye en esta cinta. No tergiversemos y no hagamos interpretaciones en base a no se sabe qué. Por otra parte, no veo que esa película y otras parecidas hayan influido en profesor alguno. Estamos muy por encima de lo que se le pueda ocurrir a un director de cine, faltaría más. Sencillamente porque tampoco me ha dado nunca por matar romanos o cristianos viendo películas del género. Desconozco si alguien ha bajado a ese nivel de “absorción”, y pensar que alguien puede caer en él me semeja un principio de prepotencia.
En todo caso, no me parece ninguna atrocidad, bien al contrario, que a un grupo de adolescentes se les motive, se les oriente, se les “provoque” desde la literatura, o desde la música en “Los chicos del coro”. Algunos chicos no están por las subordinadas de relativo, pero disfrutan enredando con cables o motores. ¿No es mejor llegar a ellos por esas materias y orientarles en lo que relamente les va a hacer felices en lugar amargarles la existencia con contenidos absurdos? Claro, que un mecánico que sepa analizar una subordinada de relativo debe de ser la leche. Mañana le pregunto al que me va a pasar la ITV.