jueves, 20 de enero de 2011

bienvenido, maestro.

¡Oh, cielos, nos dicen las horas que tenemos que trabajar, incluso que tenemos que hacerlo en un colegio y no en un chiringuito de playa, nos dicen los alumnos que ha de haber en un aula...¡diosssssssssssssss!, si los alumnos han de tener apoyos,....! ¡No hay derecho! Que cada uno dé las horas que quiera, los apoyos que quiera, que trabaje en un aula o en una feria de macramé coreano....¡Libertad!!!!

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Por cierto, amigo maestro, bienvenido. Te recuerdo, que si hubieras elegido trabajar en una empresa, también te dirían las horas que tienes que trabajar, de qué modo y en qué lugar. Además, en la docencia tienes una ventaja, te puedes quejar de todo, no hacer nada, echar la culpa al resto del mundo y te siguen pagando igual. ¿No es bonito?

...a la mierda la cultura!!!

En contestación al comentario que he leído en un foro sobre educación. En él, se hace mofa de algunos amantes de la poesía que, ¡sorpréndanse!, no se les ocurrió otra cosa que recitar sus poemas a los transeúntes:

Diga que sí, es una vergüenza, ¡mira que recitar versos en la calle! ¿ A quién se le ocurre? Deberían mandarles a galeras, junto con los que pintan cuadros en público, con los que hacen edificios de cierto nivel arquitectónico, cantantes del metro, los que dejan libros en los parques para que otros se animen a leer, los que publican relatos en el transporte público, los que hacen animaciones de calle para niños….Lo que le digo: ¡Una vergüenza! Y los mimos que hacen de estatuas a su casaaaa, ¿pero qué se han creído?, ¿desde cuando se permite en este país la exhibición de la cultura en público? El que quiera recitar que lo haga en su casa, que saquen una Ley Antipoetas, que nadie tiene por qué mejorar su nivel cultural…Y además gratis. ¡Qué pena!

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Por cierto, llevo un tiempo dándole vueltas a un asunto. Una de las propuestas para mis alumnos es que recopilen poemas y relatos de diferentes autores y los lleven a los comercios, las farmacias, los talleres, las peluquerías...¡Se me han quitado las ganas!, ¡me han convencido!, ¡qué perdida de tiempo!
En fin, lo dejaré en manos de mis alumnos, que son más inteligentes.