Toca mentalizarse de los daños colaterales que produce la educación. Algunos de ellos, los más visibles, son los producidos por el exceso de peso en las mochillas del alumnado.
Las recomendaciones apuntan a un 10% del peso corporal, como máximo. Sin embargo, gracias a las editoriales y la falta de imaginación de los padres y profesores, esta cifra se incrementa hasta el 35%. Las consecuencias son: dolor de espalda, anomalías en la columna vertebral y otros que aparecerán en la edad adulta.
Como "poderoso caballero es don dinero", nadie hará nada por cambiar los materiales, teniendo que "transportar" el alumno los 20 temas del libro de Lengua a lo largo de todo el curso con su correspondiente libro de actividades, cuando cada día apenás trabajará una página. Y así con el resto de materias. ¿Se le ocurriría a un albañil llevar todos los días un camión de andamios que no necesita? Los niños no se quejan, los padres tampoco.
Y ahora, nos toca aportar algunas soluciones:
1) Si se tiene paciencia y buena mano, se puede guillotinar el libro por el lomo. Una vez separadas todas las hojas, podemos graparlas por temas o plastificarlas. Bastará que cada día llevemos al cole una o dos hojas.
2) Para las editoriales: publicar los textos por trimestres, o en carpetas de anillas para su más fácil manejo.
3) Para los "coles": habilitar taquillas donde el alumnado pueda dejar su material, incluso ropa de abrigo o de deporte que pueda necesitar en un momento concreto.
Y ahora, si tienes alguna idea para que nuestros alumnos no sufran de espalda, puedes dejarla en los comentarios. O no. Mañana nadie se acordará de esto. Eso sí, el próximo curso por estas fechas volverá a ser noticia.
(Si quieres leer algo más sobre el tema, puedes ir al post "Homo mochila"; te gustará).