viernes, 8 de octubre de 2010

Gabi London

Cuando a alguien le nombran ministro, en ese momento algo espectacular ocurre en su cerebro. Así es desde el principio de los tiempos. Antes de coger su cartera, el personaje era un tipo ingenioso, trabajador modélico y de sobrado talento. Después se convierte en abducido por extraños impulsos que le llevan y traen de ocurrencia en ocurrencia hasta el descalabro total.
Puede que un día se levante de la cama y se sorprenda a sí mismo/a con la sobresaliente/a idea/o de tratar a los ciudadanos/as de miembros y miembras. Ya conocen aquello de: Queridos y queridas, amigos y amigas, convecinos y convecinas, pollos y...gallinas.
El señor Gabilondo, a la sazón Ministro de Educación, ha tardado en demostrar su despropósito. Comenzó su andadura con el intento del tan ansiado como utópico- mientras sus señorías estén más pendientes de sus intereses que de los intereses de los ciudadanos-, Pacto Educativo.
Ahora, cuando tantos borradores yacen en los contenedores de reciclaje- más se perdió en Cuba-, "sugiere" eliminar el doblaje para mejorar el nivel de los idiomas.
No se le ha ocurrido, como Ministro de Educación, dotar a los centros de recursos, ampliar y mejorar- que falta les hace- los colegios públicos bilingües, facilitar la formación del profesorado de idiomas...No, todo lo que nos ofrece es que nos comamos en bruto las películas americanas. Así, los que no alcanzamos un nivel de inglés como para comprender a John Wayne, siempre podremos entretenernos con Norias y Belenes, castellano vulgar e ideas de corto recorrido.
Gonzalez-Sinde, ¡cómo no!, está dispuesta a colaborar.
No sé por qué me da que en dos años tendremos una nueva Ley de Educación; eso sí, con una letra menos: LOGSE, LOCE, LOE...¿LE?, ¿LO?, ¿LELO?