Las nuevas tecnologías no son buenas o malas; es más, ellas mismas no tienen conciencia de serlo, lo uno o lo otro. Como todos los avances tecnológicos, médicos o científicos que en el mundo han sido, gozan de nuestra capacidad de raciocinio para que, en su correcta aplicación, las "convirtamos" en buenas. ¿Cómo se puede decir que las tecnologías nos perjudican, son nefastas o no sirven para nada? Si este rechazo hubiera sido tal desde el principio de los tiempos, viviríamos en cavernas, y parece que hay quien lo añora. Ya me imagino, tras la invención de la imprenta, a los eruditos escribas, escribanos y escribientes rajando contra ella. ¡Con lo que “molaba” copiar y “recopiar” obras a golpe de escafoides! De la fotocopiadora mejor ni hablamos.
Los siglos, que son más sabios que nosotros, son los que acaban por dar y quitar razones. ¡Y a la vista está!
¿Cuál es el problema? Que con la invención de la imprenta muchos amanuenses se fueron al paro, seguramente los peores. (La crisis va por barrios, pero siempre afecta menos a quien de más iniciativa y recursos dispone. No me refiero a los económicos, eso es otra historia.
La contienda que la escuela mantiene con las TIC es que, apoyada sobre unos cimientos de barro, no es capaz de asumir esta avalancha de novedades. ¡Si ni siquiera hemos sido capaces de adecuar métodos y leyes a la sociedad actual, cómo vamos a estar capacitados para trabajar en una de las llamadas “Aula Red XXI”!
Tener acceso a tanta información no solo es positivo, además es un gran privilegio. ¿O sería mejor que los alumnos tuvieran que acceder a ella mediante extraños métodos cual si de “la búsqueda del tesoro” se tratase? Bueno, de eso ya se ocupan los Boys Scouts. Un niño debe aprender a sumar, a multiplicar..., pero cuando ya sabe, es una tortura que tenga que realizar sumas de miles de cifras sin poder utilizar la calculadora.
Lo que no es de recibo es, así en frío, poner a un alumno frente a la pantalla sin tener claro el objetivo que pretendemos y el método que utilizaremos. No todo vale. Una PPT puede ser muy útil o una soberbia castaña; una búsqueda en Google puede ser enriquecedora o acabar en los cerros de Úbeda. Hay sitios peores.
Si además denostamos la formación en nuevas tecnologías, estamos haciendo un pan con dos obleas (por poner un sinónimo). Para juzgar algo: primero conocerlo, experimentar con ello, crear métodos eficaces-que los hay- y, después, mucho después, cuando lo tengamos clarito, aplicarlo. Seguir la ruta inversa sirve para- y nada más- ver pasar una hora de clase; y me consta que algunos es lo que pretenden. ¡Para qué van a esforzarse! Su objetivo está cumplido.
Ni la rueda fue buen invento ni la pólvora malo. El tiempo decidió lo que hubo de ser cada uno. La pena es que muchos sigan lamentándose de ambos. ¡Pintando en la caverna no se estaba mal!
Los siglos, que son más sabios que nosotros, son los que acaban por dar y quitar razones. ¡Y a la vista está!
¿Cuál es el problema? Que con la invención de la imprenta muchos amanuenses se fueron al paro, seguramente los peores. (La crisis va por barrios, pero siempre afecta menos a quien de más iniciativa y recursos dispone. No me refiero a los económicos, eso es otra historia.
La contienda que la escuela mantiene con las TIC es que, apoyada sobre unos cimientos de barro, no es capaz de asumir esta avalancha de novedades. ¡Si ni siquiera hemos sido capaces de adecuar métodos y leyes a la sociedad actual, cómo vamos a estar capacitados para trabajar en una de las llamadas “Aula Red XXI”!
Tener acceso a tanta información no solo es positivo, además es un gran privilegio. ¿O sería mejor que los alumnos tuvieran que acceder a ella mediante extraños métodos cual si de “la búsqueda del tesoro” se tratase? Bueno, de eso ya se ocupan los Boys Scouts. Un niño debe aprender a sumar, a multiplicar..., pero cuando ya sabe, es una tortura que tenga que realizar sumas de miles de cifras sin poder utilizar la calculadora.
Lo que no es de recibo es, así en frío, poner a un alumno frente a la pantalla sin tener claro el objetivo que pretendemos y el método que utilizaremos. No todo vale. Una PPT puede ser muy útil o una soberbia castaña; una búsqueda en Google puede ser enriquecedora o acabar en los cerros de Úbeda. Hay sitios peores.
Si además denostamos la formación en nuevas tecnologías, estamos haciendo un pan con dos obleas (por poner un sinónimo). Para juzgar algo: primero conocerlo, experimentar con ello, crear métodos eficaces-que los hay- y, después, mucho después, cuando lo tengamos clarito, aplicarlo. Seguir la ruta inversa sirve para- y nada más- ver pasar una hora de clase; y me consta que algunos es lo que pretenden. ¡Para qué van a esforzarse! Su objetivo está cumplido.
Ni la rueda fue buen invento ni la pólvora malo. El tiempo decidió lo que hubo de ser cada uno. La pena es que muchos sigan lamentándose de ambos. ¡Pintando en la caverna no se estaba mal!