domingo, 28 de octubre de 2007

espero tus comentarios



La inutilidad del arte

La inconsistencia de la obra artística como valor de hecho se hace patente desde el instante en que despega de las manos del creador, quien se aproxima a su engendro con recelo y a sabiendas de que no será más que pura materia para la contemplación. El sentido que pueda tener su obra, viene dado únicamente por el observador y determinado por su buen o mal juicio. Es, pues, aventurado, adentrarse en el enigmático mundo de la valía de la obra artística per se.
Del inmenso piélago de creaciones, venimos a descubrir aquellas que más se acercan a nuestra visión de la vida y del universo, de las cosas, al paradigma de conocimiento que nos ha sido revelado desde nuestra llegada al mundo.

Cuando Paul Auster, el espigado autor americano, ahonda en la nulidad del arte desde el punto de vista práctico, asume que esa nulidad, o mejor inutilidad, es lo que le da el valor que se le atribuye. Al igual que Ionesco, quien afirmaba que “el teatro es inútil, pero su inutilidad es indispensable”. En su no ser, el arte llega a ser. Porque más que un mero producto elaborado, existe una evolución, proceso creativo, que es quien otorga al arte su sentido. Este proceso alcanza más allá de la profesión de artista, valga el contrasentido; sin embargo, las otras empresas que ocupan al ser humano no precisan orientar la atención a ese hacer, por cuanto hallamos significado tanto en el desarrollo del producto como en su posterior explotación.

El arte, inútil en su aspecto práctico, cobra todo el interés en ese proceso en que el creador se enfrenta consigo mismo en una espiral de imposibles, aceptando el insomnio y la locura para entretener su mente en una busca sin retorno. Al límite de las emociones, va abriendo brechas en el oscuro túnel de lo incierto, como el náufrago o el preso que no cesan en explorar el lugar recóndito por donde escapar de su yugo. Espejos cóncavos lo atrapan y entretienen mientras navega por sus desvelos con el único propósito de encontrar una rendija donde alcanzar un nuevo posible, en términos del italiano Héctor Fiorini.

Auster profundiza en esta idea observando que, precisamente, el acto creativo es lo que nos identifica como seres humanos. Es la esencia del ser. La creatividad, en su aspecto más lúdico y placentero, ahuyenta todos los males que aquejan a la especie humana, y que emergen con más fiereza aprovechando los destierros que nos concede esta era de las comunicaciones. Porque más allá de la individualidad, el grupo también enferma, del mismo modo, por ausencia de ideas, de creaciones. Permanece en un inmovilismo no solamente asumido, sino venerado hasta el punto de no admitir innovación alguna. Persiste, resiste, en una rutina admitida y custodiada con especial cuidado, permitiendo la parálisis en formas propias de épocas pasadas, despreciando cuantos recursos se le regalan, por miedo unas veces y para asegurar su pretendida supervivencia otras. De este modo, se contribuye a esa inmanencia en formas ancestrales. Se rechaza cualquier propuesta innovadora por considerarla peligrosa, cuando el verdadero peligro está en el propio grupo incapaz de asumir sus carencias y expandirse mediante la obra creativa, la iniciativa.

El arte, como proceso, adquiere uno de sus valores más preciados: se convierte en terapia. La creatividad nos da la posibilidad de sentirnos únicos desde la unicidad de nuestra obra; su negación nos mantiene sumisos a cuanto acontece; o lo que es lo mismo, enfermos. En su sentido catártico la obra de arte nos suscita un sentimiento de purificación y liberación.

Insiste el escritor americano en que esta necesidad de hacer, de crear, es un impulso humano fundamental. A decir verdad, así es y así nos lo muestra la pléyade de inventos que cada día nos inunda. Pero si observamos a las personas en su inmovilismo social, al grupo en su rigidez atávica, nos surgen importantes dudas. Entonces, decía Gandhi, “Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena”.

sábado, 27 de octubre de 2007

la vaca




(para leer mejor el texto, haz doble clik sobre la imagen).

sábado, 20 de octubre de 2007

Lutero

Ejercicio de religión, 2º de la ESO:

¿Por qué fue excomulgado Lutero?

Lutero fue excomulgado por no querer hacerse una fotografía.

Cuando el profesor de religión lo vió, se lo comentó al tutor. Este no daba crédito. Un alumno destacado, ¿Cómo podía haber contestado semejante tontería?, ¿Estaba tomando el pelo a su profesor? Habría que aclararlo.
El profesor iba entregando uno a uno los ejercicios: Ana, José María, Alex, Marta..., y este que me ha dejado muy sorprendido.

- ¡Es el mío!, dice Sergio.
- Sí, sí...es el tuyo, y no comprendo cómo has podido escribir semejante barbaridad: "Lutero fue excomulgado por no querer hacerse una fotografía" (se oyen algunas risas).
- Es así,- insiste Sergio.
-¿Pero cómo va a ser así? Esto es una soberana tontería.
-Pues es verdad.
-Mira, Sergio - explica el profe-, ni siquiera podría ser cierto por pura lógica: Lutero es del siglo XVI y la fotografía del XIX. Pero... vamos, que la respuesta...
- Pues es verdad,-le interrumpe el alumno muy seguro de lo que dicee.
- Muy bien, ¿Cuál es tu argmento?
- Pues que lo pone el libro.
-¿Pero cómo va a poner eso el libro?¡Es increible!, dice enfadado el profesor.
- ¡Que sí, que lo dice el libro!
- Bien, a ver, ¿Dónde dice el libro esa sandez?
- Aquí, en la página 84.
Todos los alumnos abren el libro por esa página, el profesor también. Y...efectivamente, dice:

"Lutero fue excomulgado por no querer ´retractarse´".

jueves, 18 de octubre de 2007

lenguas

Ejecicio de 1º de Educación Secundaria.
Investiga qué lenguas se hablan en los siguientes países:

a) Tanzania: el tanzano
b) Canadá: el canadiense
c) Chipre: el chipriano
d) Irlanda: el irlandés. (esta la acertaste, 25%)

jueves, 11 de octubre de 2007

otra escuela

La escuela es lugar de encuentro.
La mañana transcurre en la algarabía de los niños que acuden a sus aulas, mochila al hombro. Bullen los muros del nuevo edificio con esta alegría de los que aseguran el futuro de nuestros pueblos.
Al mediodía se hace un silencio tenue. Apenas algún tren, que corta el pueblo por su columna vertebral, rompe el tránsito callado de la siesta.
El sol está en lo más alto y comienzan a abrirse algunas puertas. Fluyen por las calles buscando la sombra, unas en soledad, otras se han citado en el quiosco, las alumnas del aula de adultos. En la calle que va a la carretera general se encuentran: ¿Qué estás leyendo?, ¿Ha venido tu hijo?, ¿Cómo está tu hermana?. Las conversaciones se entrecruzan en un orden caótico en un caos ordenado. Hablan, sonríen, se animan, viven. Porque han aprendido a vivir, “carpe diem”, porque se han descubierto a sí mismas y han descubierto el grupo como elemento integrador y de terapia.
Apenas una carpeta con las fichas, un lápiz y un bolígrafo, casi siempre de propaganda. Y mucha, mucha ilusión, la pasión por aprender, la suerte de estar en la edad adecuada para enseñar. Porque, no nos engañemos, la escuela no enseña, enseña la vida. Y hay que enredar la escuela y la vida en un todo. Tenemos que llevar la vida a la escuela y la escuela a la vida si realmente pretendemos otra escuela y otro mundo. Y lo demás son parcheos, falsos espejos que devuelven a la sociedad sus propias carencias.
La puerta siempre abierta, puerta negra que parece estar en un rincón del tiempo, acompasando en su abrir y cerrar a tantas generaciones de maestros y alumnos. Chirría y, cualquiera que no lo conozca, sabe que tras ella se perderá entre un pasillo que se abre a un lado y una escalera al otro. Al aula se accede dejando a un lado el mural que dibujó Moisés, donde el loco-cuerdo Don Quijote cabalga junto a su compañero Sancho por las mismas calles del pueblo. Se funden la historia y los libros, la tierra y los tiempos.
Aún permanecen las tres carabelas que anunciaban la última exposición del “Día del libro”, aquel que dedicamos a “La mar de libros”. Cuando el aula respiraba tanto color que entrar en él era como entrar en un gran escenario donde uno se convierte, al mismo tiempo, en actor y espectador. Todos enseñamos, todos aprendemos.
Espacio acogedor hasta tal punto que quien viene no quiere irse. Las horas pasan deprisa, no hay forma de atraparlas. Quienes cruzan el umbral quisieran permanecer aquí hasta la media noche y aún más. Por eso, para vivir esa experiencia única del encuentro, de la complicidad, viene Julio, con su enamoramiento de las palabras; Ino, entre la pasión por el mudéjar y el pringue de los huesillos que nos regala; José María, siempre entre versos; María Victoria entre lecturas y Sara reconstruyendo paisajes en la otra parte del planeta. Alfonso y sus historias fantásticas y de las otras; Pascual y su “mare nostrum”, Lanau y sus mágicas recetas traídas de La Mancha, José Carlos y sus descubrimientos, Javier y su carisma para cautivar con la palabra, Alicia desde el otro lado de la calle y Basilio desde Suiza, Clemen desde Fontiveros, y tantos y tantos otros que nos visitaron y siempre volvieron.
Palabras, colores, sonidos, sensaciones de ida y vuelta. Cada día una aventura que nos apresa, desentrañando los misterios de la vida, del grupo, de la escuela en estado puro. Sin calificaciones, sin descalificaciones, sin cosméticos, sin organigramas, sin intereses a plazo fijo ni variable, sin medianías. La escuela que emociona, que mueve y conmueve. ¡Cómo se extrañó – entrañó- el tribunal de oposición al oírlo! La escuela de puertas, almas, abiertas. Para que entre aire fresco, en verano para acogernos y en invierno para despejar los miedos. La escuela del ser, no del estar. La escuela de las vocaciones, no de las vacaciones. La escuela de verdad. La que no está en las leyes, ni en los decretos, ni siquiera en la tradición. La escuela nueva, creativa, sin prisas, sin causas, sin razón, con razones. Corazones.La palabra en sí misma que vela y desvela, que une y atrapa sin remedio, que fluye entre la “Noche oscura” de Fray Juan y las “Greguerías” de Gómez de la Serna. Versos que se caen a veces por entre las rendijas de las carpetas, como deseando vocear por el pueblo: ¡Estamos aquí, venid a compartir la escuela con nosotros!

domingo, 7 de octubre de 2007

mi escuela

Hola, soy José Luis. El año pasado ya escribí una carta a este periódico . Ya estoy en segundo, de Primaria. Mi padre dice que este año acabo un ciclo, que yo no sé lo que es, pero que tengo que hacer tres. El año pasado di Matemáticas y Cono. Y música, pero me hacía mucho lío con las blancas y las negras. No entiendo por qué una blanca vale lo mismo que dos negras. Ha dicho la seño de música que nos lo enseñará este curso. También nos ha dicho que, como es el aniversario de Mozart, a lo mejor llenamos el cole de blancas y negras, y de muchos Mozarts. El año pasado pusimos muchos Quijotes y muchos molinos. Pero como también es el aniversario de Colón, a lo mejor nos mandan poner barcos. Yo le dije a mi seño que podíamos poner a Mozart en un barco, y poner a remar a los Quijotes del año pasado. Así lo aprovechamos todo. Yo creo que todo vale.

El año pasado hicimos un simulacro, así lo llama el director, para ver si éramos rápidos en salir cuando haya fuego. Como nos habían avisado el día antes, salimos todos antes de tiempo. Yo creo que está bien que avisen, así no hay accidentes. Un día vino el director a nuestra clase, y nos dijo no sé qué de un Plan de Convivencia. No me enteré de mucho, pero creo que era para que no seamos como esos señores que salen en la tele dando voces, y que votan todos los españoles. Bueno, yo no les voto, porque solo tengo 7 años. Aunque tampoco les votaría. Creo. No entiendo por qué nos quieren educar si nosotros ya somos educados. A lo mejor hacen una escuela para esos señores. Pero no sé, porque ha dicho mi padre que no hay presupuesto para esas cosas.

Lo que menos me gustó del curso pasado es que nos sentaron en sillas. A mí me gustaba más estar en el suelo, porque te puedes mover más, y jugar con los compañeros. Bueno, y las compañeras. Es aburrido porque te pasas el curso mirando la espalda del compañero, o compañera. Y otra cosa que no me gusta es que todos los días nos ponían una hora delante de la pantalla del ordenador. Pues a mi no me gusta porque, con la pantalla, no ves los libros de la biblioteca. A mí no me gusta pintar con el ratón, prefiero hacerlo con las pinturas de cera, y los rotus. Bueno, y hacer figuras con la plasti. Pero ha dicho la seño que hay un programa muy bueno para hacer figuras con el ratón. Cuando vamos a ordenador solo vemos la pantalla y la pared. Creo que a mi padre, cuando iba a la escuela, le castigaban mirando a la pared. A lo mejor es por eso. Bueno, puedes girarte, pero solo ves la espalda de los compañeros. Y compañeras. Creo que se me ha olvidado la cara de algunos de mis compañeros. Y compañeras.

También hemos hecho educación física. Mi madre dice que antes se llamaba gimnasia. A mí me da igual. Solo que no me gusta que el profe no nos ayude a saltar el potro. Yo creo que es porque un día salió en la tele que a un profe de otro colegio le han echado porque un día ayudó a saltar a una niña, y dijeron que la había tocado el culo. Un día, cuando se fue la seño, estuvimos jugando a tocarnos el culo unos a otros. Yo creo que nos vio el director. A lo mejor nos van a echar a todos.

En la tele han dicho que van a poner otra ley. Bueno, para mí es solo la segunda en cinco años que llevo de cole. Porque mi padre dice que ya van cinco leyes. Bueno, a lo mejor yo también llego a cinco, porque me quedan muchos años. Además, dice mi padre, que son todas iguales. Yo creo que no. Que no pueden ser iguales, pues esos señores que votan todos los españoles, bueno, yo no, porque tengo 7 años, tampoco son todos iguales. Pero hay gente que dice que sí. A mí me da igual, pero que no nos cambien tanto de maestros, y maestras, porque nos hacemos un lío.

Mi padre dice que antes solo había un maestro, y una maestra, y con él, o ella, estabas un montón de años. Y que además era director, secretario y más cosas. Creo que no hacían programaciones, como los maestros y las maestras de ahora. Es mejor, creo. Pero el año pasado, como seguíamos las programaciones, tuvimos que cantar “Que llueva, que llueva...” un día de mucho sol que no había nubes. Bueno. Quiero dar las gracias al director del periódico por poner mis cartas. Yo creo que hay que contar las cosas para que se sepan. Porque si no, a lo mejor nunca sabemos por qué las blancas valen más que la negras. A lo mejor digo a la seño de música que escriba y os lo cuente.

viernes, 5 de octubre de 2007

canarios

Estábamos explicando la diferencia entre lengua, dialecto y habla.
Citamos los diferentes dialectos que hay en España: el extremeño, el murciano, el andaluz, el canario.
Entonces ha comentado Ana:
- Aquí hay cinco canarios (aludiendo a una familia que vive en el pueblo).
- Sí,- ha contestado Luis, - y cuatro que tengo yo en casa.

martes, 2 de octubre de 2007

ruido en la escuela

Comienza el curso escolar y nada más agradable que el bullicio de los niños- y las niñas- por los pasillos de la escuela- perdón, del colegio. Estos enormes edificios, que albergan entre sus cuatro paredes a nuestros políticos, barrenderos, arquitectas, abogados, vendedores de pipas, fontaneros y azafatas del mañana, vuelven a llenarse de alborotos. Dos meses de silencio, de inactividad en estas grandes obras arquitectónicas, tan desaprovechadas en los meses vacacionales.

Y así, de repente, ese silencio se torna en algarabía y- avanzando veinte vocablos más en el diccionario- en algazara; esa alegría que proporciona la edad temprana ante los nuevos descubrimientos y que es el principio y el fin de la labor educativa. Sale entonces el silencio por la puerta de atrás, esperando al primer fin de semana para volver a esconderse en algún rincón del aula – que es más o menos como un rincón del alma-, y allí solazarse en sus últimos coletazos de vida.

Nos hemos empeñado en que las escuelas se conviertan en almacenes de ruido, donde prevalece la ley del boceras, quien aún cree que el grado de razón es directamente proporcional al número de decibelios. A ello contribuyen quienes construyeron el edificio, que no debieron pensar que allí convivirían durante horas cientos de personas, y por ello no tuvieron en cuenta los problemas de acústica. De modo que el maestro –perdón, profesor- y los alumnos de conocimiento del medio, además de aprender los afluentes del Miño, reciben, por el mismo precio, una clase sobre los números primos, otra sobre la fotosíntesis y, desde la lejanía, una maraña de acordes disonantes que llegan del aula de música.

Los efectos de la contaminación acústica inciden sobre el sistema cardiovascular, las glándulas endocrinas, el aparato digestivo, y otras afecciones como el estrés, tendencia a actitudes agresivas, dificultades de observación, concentración y rendimiento, irritación y pérdida progresiva de la capacidad auditiva. Por ello, es conveniente tomar conciencia desde la edad escolar y, mejor aún, llevar a la practica actividades saludables.

La diferencia entre una sala “sorda” y una “resonante” viene definida por la reverberación. Para disfrutar de un aula en el que la charla sea amena y saludable, debemos disponer elementos que absorban el sonido. Eso procurará un desarrollo de las sesiones mucho más efectiva y el encantamiento de los alumnos con su aprendizaje.

Dedicar una o dos sesiones a este cometido, nos proporcionará a todos y en corto plazo, mayor rendimiento y mejor salud auditiva. Y es tan sencillo como colocar estos elementos absorbentes, disponer un orden en las intervenciones y aprender a escuchar. Por descontado, eliminar los móviles, los grandes enemigos de la comunicación, por paradójico que parezca. El profesorado tiene la oportunidad de hacer de sus aulas verdaderos lugares de reflexión y aprendizaje. Y para ello, nada mejor que dar ejemplo. Algo que debe ser muy difícil de conseguir, pues no existe conciencia de contaminación acústica y, el día que eso suceda, aún habrá que esperar varios años en su solución. No hay más que ver que aún hoy se sigue fumando en muchos centros, no solo con total impunidad, sino con la ventaja de poder llamar intolerante a quien se atreva a cuestionarlo, y tener el apoyo de la comunidad.

Convendría reservar espacios y tiempos para que ese silencio no abandonase definitivamente su merecido lugar. Así Leonardo, el genio de Vinci más conocido por las novelas de intriga que por su obra, se inspiraba en el silencio, y como él los grandes sabios que en el mundo han sido. El silencio invita a la reflexión, a la duda, a la curiosidad, a la creatividad.
Un ejercicio que proponemos cada comienzo de curso escolar, y que nos ahorra muchos ruidos a lo largo de todo el período, consiste en proponer a los alumnos – y alumnas- una adivinanza. Y estas son las pistas: 1) Presentamos un papel en blanco, y lo exponemos durante algunos segundos, sin decir nada. 2) Hay un valle en la provincia de León con ese nombre. 3) Se encuentra al comienzo y al final de todas las obras musicales. 4) De la película “La vida es bella”: Si lo nombras, desaparece.