Sabía G. Lakoff que con esta consigna es inevitable abandonar la imagen de un inmenso elefante en nuestro cerebro.
Viene esta alusión al linguista americano a propósito de una noticia que aparece hoy en algunos medios: "Se cuenta que Ravel compuso el famoso ´Bolero´al ritmo de su masturbación". Creo que estamos descubriendo la piedra filosofal del márketing: asociemos ideas estúpidas y nos acompañarán toda la vida. Cada vez que escuchemos la maravillosa obra de este compositor francés, inevitablemente volverá esa imagen- tan privada- a nuestra mente.
Independientemente de la certeza de la noticia, no hay más que ver la película "Planta 4ª" de Antonio Mercero, en la que Juan José Ballesta y otros jóvenes actores- "Los Pelones", en una planta de traumatología-, hacen lo propio al ritmo de la "Marcha Radeski", para darnos cuenta de que es una idea explotada. A partir de ahora tendremos que hacer convivir tan onanística imagen con la de la Sala Dorada del Musikverein de Viena, donde la nobleza trata de llevar el ritmo de esa misma obra con palmadas.
Por si les parece poco ocurrente la idea, les propondré una más. (Aún está a tiempo de dejar de leer).
Hace unos meses, un amigo muy ducho en temas gastronómicos me comentó que una persona murió tras consumir un refresco cuya lata había "viajado" en la bodega de un barco, y sobre la cual habían orinado las ratas. Les aseguro que no he vuelto a tomar nada sin pasarle antes la bocamanga. Y otra más. También se dice que, no se sabe quién, murió tras pasar la lengua por la solapa de un sobre engomado donde habitaban los ácaros.
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