Me sorprende que se culpe a los "demás" de todos los problemas de la educación. Bien es cierto que la LOE no es la mejor de las leyes; que los padres pueden y deben hacer mucho más y que la administración no es la deseable. Ahora bien, cuando yo entro en mi aula y cierro la puerta, no hay padre, ni ley, ni inspector que me impida hacer mi trabajo, al contrario de lo que sucede en otras profesiones. ¿Que tengo que hacer una programación? ¡Faltaría más! Pues claro que tengo que hacerla, aunque solo sea para saber por dónde voy y qué es lo que pretendo conseguir. Y tengo que hacer un PAT porque la relación con los padres de mis alumnos es esencial. Y tengo que coordinarme con mis compañeros, me guste o no. Y tengo que dejar un informe al profesor que me siga...Más allá de pedagogías, en este trabajo no se puede improvisar, no se pude ir por libre - y ahí estoy con José Antonio Marina en que "educar es tarea de toda la tribu"-; tampoco se puede echar la culpa a las TIC, ni mucho menos. Los jueces, no hace tanto, consiguieron importantes avances, gracias a su constancia y unidad. En el magisterio cada uno "va a su bola" rajando del resto, desde el presidente del gobierno hasta el compañero de al lado. Eso, en lugar de aportar algo realmente práctico, eficiente, más allá de sindicatos acomodados. Si pretendemos algún cambio, ha de ser desde la convicción de que nadie lo hará por nosotros, de que los políticos solo usan la educación para salir mejor parados en las urnas; y, buscando lo que aún nos quede en común y estemos dispuestos a defender. Rajando del compañero de al lado, mirándonos el ombligo y viendo pasar ley tras ley y gobierno tras gobierno, criticando con una caña en la barra del bar, no veo esperanza alguna de futuro. El conformismo, empezando por los "compañeros" liberados, es sorprendente; la dejadez que se percibe en los claustros es patética, la facilidad con que lanzamos balones fuera es digna de alabanza. No nos queda otra, o nos ponemos las pilas o seguimos tragando. Eso sí, cada uno seguirá sintiéndose el mejor. Por supuesto.
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