Tenemos que celebrar que los jóvenes tengan sangre en las venas y no horchata como falsamente se les atribuye. Felicito, por tanto, a los jóvenes de Nuevas Generaciones del PP de Castellón que se están atreviendo a denunciar que "Existen casos en los que se hace un uso inapropiado de la libertad de cátedra atentando contra un modelo educativo neutro e imparcial". ¡Enhorabuena, por tanto, a estos jóvenes por su lección de valentía!
Dicho lo cual y desde mi experiencia académica, mis humildes conocimientos de historia y mi disciplina en el conocimiento de la realidad, tengo que explicarles a estos jóvenes algunas cosillas que escapan a su denuncia.
¿Existen casos? ¿Cómo que existen casos? Pues claro que existen casos, muchos casos, muchísimos casos de adoctrinamiento en las aulas. Y no de ahora. Cuando estos jóvenes no habían nacido, en este país ya había adoctrinamiento en las aulas, controladas por el nacionalcatolicismo que se manifestó de modo sensible en la hegemonía de la iglesia católica en la vida pública (y privada). Gracias a un proceso llamado “de transición”,- y también a Jarcha, Paco Ibáñez, Luis Pastor y otros-, hace treinta y cinco años se dio la vuelta al sucio calcetín y entramos en lo que se dio en llamar “democracia”.
Los cambios sociales, económicos, culturales…, alcanzaron cotas inimaginables; sin embargo, -quizás lo desconozcan estos jóvenes- siguió habiendo adoctrinamiento en cuanto en todo este tiempo nadie ha impedido que en las aulas se imparta religión. Posiblemente desconocen que esto es posible gracias a (o por culpa de) unos acuerdos con la Santa Sede que datan de 1976 y 1979 respectivamente y que ningún gobierno se ha atrevido a derogar. Porque, ¿saben estos jóvenes que este adoctrinamiento se hace con fondos públicos y personas que no han accedido a su plaza mediante un concurso-oposición como el resto del profesorado? Parecen desconocer nuestros animosos jóvenes que esto sucede en la escuela pública y, en mayor medida, en la escuela concertada sostenida con fondos públicos.
Olvidan estos jóvenes briosos que, cuando un gobierno optó porque se impartiera la asignatura de Educación para la Ciudadanía, voces muy próximas a ellos también hablaron de adoctrinamiento; eso sí, sin una argumentación medianamente sólida.
Además de mucho desempleo, en este país hay mucho ocio. Solo esta premisa me permite entender que la preparación de nuestros jóvenes se esté desperdiciando de tal modo que no dediquen sus fuerzas a tareas más relevantes. Animo a las nuevas generaciones del PP, del PSOE, de IU, de UPyD, de…, a que tengan el coraje de mandar a muchos de sus dirigentes a hacer gárgaras con agua bendita antes de que acaben de cargarse este país pasando olímpicamente de los ciudadanos y especialmente de ellos, los jóvenes.
Cuando su existencia aún era una utopía, los padres de nuestros padres, nuestros padres, e incluso nosotros en otra medida, luchamos para que ellos nacieran con unos derechos y libertades inimaginables hace cuatro décadas. Puede ser, también, que apenas hayan disfrutado de esos privilegios por el tiempo que les ha tocado vivir. En ese caso, pueden tirar de hemeroteca y, en consecuencia, ser la piedra filosofal que se atreva por fin a generar ( “nuevas generaciones”) otro modo de entender la política, retomando aquellos principios de la transición o con nuevas fórmulas más propias de los tiempos que vivimos.
Entre tanto, permítanme que a estos jóvenes de Castellón les invite a dedicar unos instantes a reflexionar sobre sus enérgicas denuncias. Si no encontraran lugar para este menester, pueden solicitar las instalaciones del aeropuerto más próximo, cuyas pistas – construidas hace ahora dos años- se hicieron para pasear. ¿No es bonito?
Dicho lo cual y desde mi experiencia académica, mis humildes conocimientos de historia y mi disciplina en el conocimiento de la realidad, tengo que explicarles a estos jóvenes algunas cosillas que escapan a su denuncia.
¿Existen casos? ¿Cómo que existen casos? Pues claro que existen casos, muchos casos, muchísimos casos de adoctrinamiento en las aulas. Y no de ahora. Cuando estos jóvenes no habían nacido, en este país ya había adoctrinamiento en las aulas, controladas por el nacionalcatolicismo que se manifestó de modo sensible en la hegemonía de la iglesia católica en la vida pública (y privada). Gracias a un proceso llamado “de transición”,- y también a Jarcha, Paco Ibáñez, Luis Pastor y otros-, hace treinta y cinco años se dio la vuelta al sucio calcetín y entramos en lo que se dio en llamar “democracia”.
Los cambios sociales, económicos, culturales…, alcanzaron cotas inimaginables; sin embargo, -quizás lo desconozcan estos jóvenes- siguió habiendo adoctrinamiento en cuanto en todo este tiempo nadie ha impedido que en las aulas se imparta religión. Posiblemente desconocen que esto es posible gracias a (o por culpa de) unos acuerdos con la Santa Sede que datan de 1976 y 1979 respectivamente y que ningún gobierno se ha atrevido a derogar. Porque, ¿saben estos jóvenes que este adoctrinamiento se hace con fondos públicos y personas que no han accedido a su plaza mediante un concurso-oposición como el resto del profesorado? Parecen desconocer nuestros animosos jóvenes que esto sucede en la escuela pública y, en mayor medida, en la escuela concertada sostenida con fondos públicos.
Olvidan estos jóvenes briosos que, cuando un gobierno optó porque se impartiera la asignatura de Educación para la Ciudadanía, voces muy próximas a ellos también hablaron de adoctrinamiento; eso sí, sin una argumentación medianamente sólida.
Además de mucho desempleo, en este país hay mucho ocio. Solo esta premisa me permite entender que la preparación de nuestros jóvenes se esté desperdiciando de tal modo que no dediquen sus fuerzas a tareas más relevantes. Animo a las nuevas generaciones del PP, del PSOE, de IU, de UPyD, de…, a que tengan el coraje de mandar a muchos de sus dirigentes a hacer gárgaras con agua bendita antes de que acaben de cargarse este país pasando olímpicamente de los ciudadanos y especialmente de ellos, los jóvenes.
Cuando su existencia aún era una utopía, los padres de nuestros padres, nuestros padres, e incluso nosotros en otra medida, luchamos para que ellos nacieran con unos derechos y libertades inimaginables hace cuatro décadas. Puede ser, también, que apenas hayan disfrutado de esos privilegios por el tiempo que les ha tocado vivir. En ese caso, pueden tirar de hemeroteca y, en consecuencia, ser la piedra filosofal que se atreva por fin a generar ( “nuevas generaciones”) otro modo de entender la política, retomando aquellos principios de la transición o con nuevas fórmulas más propias de los tiempos que vivimos.
Entre tanto, permítanme que a estos jóvenes de Castellón les invite a dedicar unos instantes a reflexionar sobre sus enérgicas denuncias. Si no encontraran lugar para este menester, pueden solicitar las instalaciones del aeropuerto más próximo, cuyas pistas – construidas hace ahora dos años- se hicieron para pasear. ¿No es bonito?
Javier, yo nací en 1955 y por tanto he vivido todas las épocas plagadas de cambios de leyes y de planes de estudio, unos más afortunados que otros pero todos igual de alejados de la realidad y de las necesidades reales de los alumnos. Pasé el examen de Ingreso a los nueve años y de ahí pasé al Instituto, por eso ahora cuando los padres están acojonados porque sus niños van a los IES a los doce les digo que no pasa nada, que no son unos bebés, pero no me creen. Nos separaban a chicos y chicas, unos iban por la mañana y otros por la tarde, y teníamos una asignatura llamada Formación del Espíritu Nacional, pocas dudas caben respecto a su contenido, como imaginarás. Más tarde las chicas teniamos otra llamada Hogar, en la que nos enseñaban a hacer vainica y otros chorradas, como preparar una imposible canastilla para un bebé, porque nuestro futuro estaba claro: íbamos a ser madres de familia, hacendosas, pulcras y obedientes. Circulan por ahí correos con contenidos de aquella época, incluso obras de teatro, pero maldita la gracia que tenía el asunto. Leer los textos de aquella época pone los pelos de punta, y fue anteayer, como quien dice. Eso sí era adoctrinamiento puro y duro, y ahora, subrepticiamente, estamos volviendo a algo similar. Nuestra ínclita consejera de Educación pertenece a Comunión y Liberación, asi que a nadie puede extrañar sus maniobras en pro de los colegios plenamente confesionales o sus declaraciones en contra de la enseñanza pública disfrazadas de defensa del alto nivel académico exigible a los maestros. Es un plan perfectamente diseñado, sin duda: nos echan encima toda la mierda posible para justificar sus tremendas medidas, quedan como dios y la gente poco o mal informada (porque quieren) se lo traga. Y así nos va. Volveremos al rosario en las aulas, al enaltecimiento de los próceres ultras, como hacen ahora en las vergonzosas televisiones peperas. Si surgen voces críticas en su propio partido las acallarán, sin duda, por las buenas o por las malas. Se han cargado ya la Educación para la Ciudadanía y volveremos a tener una asignatura alternativa a la religión con peso académico, manda narices. Nadie les para los pies. Y así nos va. Qué futuro de mierda aguarda a nuestros niños y jóvenes... No me digan más veces que cada pueblo tiene los políticos y gobernantes que merece, es injusto y no es cierto. Habrá que intentar lo que sea para conseguir tener unos representantes dignos, esto no puede seguir así.
ResponderEliminarUn abrazo, colega.
Es triste la poca esperanza que nos ofrece la casta política actual. Pero viendo estas propuestas de futuro, no parece que vayamos a recobrar el aliento en mucho tiempo. Mientras unos nos menosprecian, los otros van aprendiendo la lección para ponerlo aún peor. Eso sí, ya sabemos quienes son los culpables de sus errores: nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo.