Yolanda dijo...
No me funciona el enlace, como de costumbre, pero he buscado en YouTube y he encontrado la entrevista a la que supongo te refieres, en Periodista Digital. Tiene toda la razón, como es habitual en él. Bajo su apariencia de humorista está el hombre inteligente, sensato y culto que sabe muy lo que dice. Vamos dando bandazos y el sentido común está enterrado bajo toneladas de papeles confusos y contradictorios. Nadie sabe qué hacer, y, si lo saben, no se atreven a decirlo y menos a aplicarlo. Hoy no se puede reprender a un niño en público, no se le puede suspender sin gastar un tiempo precioso en explicaciones prolijas e innecesarias, no se le puede castigar sin temor a verse envuelto en procedimientos absurdos... Todo un cúmulo de despropósitos que propician un clima de dejadez y hastío por parte de quienes deben imponer orden y cordura. Lo pagaremos (lo estamos pagando) muy caro. Todos, no sólo los docentes o los padres, grandes culpables del fracaso de sus hijos, pese a quien pese. No saben, no quieren o no pueden hacerse con ellos. Los niños crecen solos, malcriados, caprichosos, egoístas, con todas sus necesidades materiales cubiertas pero con un gran vacío de valores, huérfanos de normas y de verdadera atención. Y así nos va.
Un saludo.
14 de junio de 2010 21:11
No me funciona el enlace, como de costumbre, pero he buscado en YouTube y he encontrado la entrevista a la que supongo te refieres, en Periodista Digital. Tiene toda la razón, como es habitual en él. Bajo su apariencia de humorista está el hombre inteligente, sensato y culto que sabe muy lo que dice. Vamos dando bandazos y el sentido común está enterrado bajo toneladas de papeles confusos y contradictorios. Nadie sabe qué hacer, y, si lo saben, no se atreven a decirlo y menos a aplicarlo. Hoy no se puede reprender a un niño en público, no se le puede suspender sin gastar un tiempo precioso en explicaciones prolijas e innecesarias, no se le puede castigar sin temor a verse envuelto en procedimientos absurdos... Todo un cúmulo de despropósitos que propician un clima de dejadez y hastío por parte de quienes deben imponer orden y cordura. Lo pagaremos (lo estamos pagando) muy caro. Todos, no sólo los docentes o los padres, grandes culpables del fracaso de sus hijos, pese a quien pese. No saben, no quieren o no pueden hacerse con ellos. Los niños crecen solos, malcriados, caprichosos, egoístas, con todas sus necesidades materiales cubiertas pero con un gran vacío de valores, huérfanos de normas y de verdadera atención. Y así nos va.
ResponderEliminarUn saludo.