(Dedicado con todo el cariño a los compañeros "no-pedabobos", poseedores de la verdad absoluta sobre educación, que se arrogan la capacidad de etiquetar e incluso insultar a quienes cometemos cada día el "delito" de educar).
Estimado amigo “no-pedabobo”:
Me congratula dedicarte mi valioso tiempo cuando, como en tu soberbio discernimiento presumirás, no he otro menester que entretener mis horas filosofando sobre el relativismo, el krausismo y el impresionismo (esta última para impresionar).
La coyuntura, es decir, la contingencia, me apremia, y como quiera que “progres” y “logsianos” han devenido en los nuevos reinantes leviatanes, mi oficio no ha de ser otro que allanar caminos, deshacer entuertos y revelar mis postulados, incontrastables e indiscutibles por demás; siendo que de este modo, llamado así procedimiento, consumaré este noble ejercicio de inspirar, esclarecer y elucidar.
Al igual que este dócil y seráfico servidor, amigo “no-pedabobo”, sabes de aquellos que aluden a la empatía con el discípulo, razón por la cual he determinado bautizarlos como “pederastas”. ¿Hay, acaso, adjetivo, calificativo, o adjetivo calificativo más certero? Bien sabes, amable coadjutor, que “en realidad, cuando critico algo, no personalizo, entro directamente al mensaje”. Por ello, si les denomino con ese apelativo de “pederasta” es evidente, patente, palpable y manifiesto que no personalizo. Si alguien osara interpretarlo de otro modo es por su condición de “predicador” o “progreta”.
No quiero dejar pasar tan venida ocasión para ahondar en el término “paidocentrismo”, ajeno en todo término a nuestras creencias e hiriente cual venablo para quienes profesamos el noble oficio de enseñar, que no “educar” como dicen ellos. ¿No es un barbarismo, en el sentido inhumano y salvaje, proclamar ese vocablo venablo en nuestros centros educativos? ¿Por qué ha de ser el alumno el centro de la educación? ¿Es tal vez el paciente el centro de la medicina, el objeto de sus investigaciones, de sus desvelos? No, amigo “no-pedabobo”, vuestra eminencia y este rendido servidor, conocedores de la virtud y poseedores de un acervo cultural que derramamos allí por donde transitamos, somos sabedores de que el centro, el eje, el foco de atención ha de recaer, ¿dónde si no?, en el docente, es decir, en nuestro santo ombligo. Y es bien cierto que aquello otro es adyacente, sometido a su caprichosa voluntad, rotando en pos de su centro de gravedad. No procede lo que el alumno aprenda, o aprehenda como ellos vociferan, sino que el institutor disponga de una tarima desde donde irradiar su erudición y no entrar en si el discente se aproxima o no a discernir lo que se divulga, despliega y desarrolla.
Preguntan estos “ignorantes”: ¿Qué daño hacen a vuestros vírgenes tímpanos vocablos como cooperación, implicación, solidaridad o tolerancia? Tanta estulticia les impide apreciar que esas voces obedecen a lo mismo que antes atribuimos a “predicadores” y “pederastas” Su simpleza les imposibilita para ver que no cabe en un sistema educativo eficiente tal vocabulario. ¿Por qué ha de educarse en el trabajo cooperativo? Eso es parte de la conspiración judeomasónica del gobierno, recibido a su vez del ideario de la república y tomado, sin duda, del oscurantismo de los perseguidores de los primeros cristianos que lo heredaron, es archisabido, de la cultura paleolítica.
Sabemos, amigo “no-pedabobo” que dios nuestro señor reparte las virtudes a partes iguales, a los “predicadores” ese vocabulario simplón y menguado, y a nosotros, sus elegidos, la capacidad de insultarles por cuanto de su boca salga, sean ya falencias o bendiciones. No dejes en el olvido que “Los predicadores humanistas son legión en los centros y combatir contra ellos es tarea prácticamente imposible”.
Así mismo he de decirte que “siendo conveniente la cooperación, el trabajo en grupo no se puede enseñar en el colegio”. Los “pedabobos”, en su ignorancia, desconocen que eso ha de aprenderse, ¡dónde mejor!, en las reuniones de botellón. ¿O no es el calimocho el mejor ejemplo de colaboración? En tanto un discente aporta el vino, el otro añade la cola (el refresco de cola, que todo es menester aclarar a tanto “ignorante”). Dicho esto, cualquiera puede comprender a qué nos referimos, a excepción de los impresentables que parlotean de Pedagogía y no de Filosofía como es menester.
A este propósito quiero revelarte mis últimos estudios sobre Pitágoras, dado que me hallo en una paradoja, pues no acierto a comprender desde mi profundo ateismo esto de “"Preciso es encontrar lo infinitamente grande en lo infinitamente pequeño, para sentir la presencia de Dios.". No obstante, ya conoces nuestra táctica, obviamos aquello que pudiera entorpecer nuestros razonamientos, y tomamos solamente en consideración aquellos retazos que así podemos acomodar a nuestra prédica. Como quiera que, personalmente, soy más amigo del concepto he venido en dar validez a Kant: “En el mero concepto de una cosa no puede hallarse ningún carácter de su existencia”. Ellos son desconocedores de estos extremos porque ignoran cualquier planteamiento filosófico aunque “como ya decía Aristóteles, todos somos filósofos, hasta el que niega serlo”. Más alejado aún me hallo de Virgilio que afirmaba “Instruir como se debe a la juventud, es formar buenos ciudadanos y padres de familia”. ¿Cabe mayor necedad? ¿No se presumía ya Virgilio como antecesor de la ignorancia “progre”? Mis datos, amigo “no-pedabobo”, observarás, gozan de toda objetividad y no admiten observación, crítica o interpretación alguna. Es la verdad absoluta, incontestable, irrefutable, irrebatible, innegable, incontrovertible, indiscutible incontrastable y no biodegradable.
Hay determinados “predicadores” que aún siguen pensamientos tan descabellados como incoherentes, tan imprudentes como excesivos, alegando que hay vida más allá de la clase debidamente sermoneada, en alusión a la práctica:”Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo.”. En tan poco tiempo jamás leí tantas estupideces. Sus textos “no dicen nada, excepto vaguedades, divagaciones, extravagancias, en fin, humo: respeto, solidaridad, valores, participación…”
Te expongo así mismo una de mis argumentaciones contra la progresía que nos inunda: “Si la ONU tomara una resolución que, en nombre de los Derechos Humanos, decidiese exterminar a todos los miembros de una raza del planeta, los liberales y progresistas europeos aplaudirían entusiasmados”. Que digo yo que, del mismo modo, si los buitres tuvieran ruedas el pan sería más barato”. ¿Observas cual es mi línea argumental? En caso fallido, siempre puedo acudir directamente al insulto, del que te dejo unas muestras: “… no voy a caer en el suplicio de responder a cada una de sus soberanas sandeces. Si usted cree que este galimatías y esta jungla de chorradas que me trae son propios de una persona en sus cabales, es que usted está peor de lo que pensaba, que ya es decir. No sólo es usted ofensivo, provocador, tonto y marrullero. Es también monotemático, obsesivo y más repetitivo que el ajo.
Se le lee porque es usted el heraldo de la necedad que hoy nos aflige. Porque es usted uno de los portavoces de la necedad que algunos nos vemos en la obligación moral de combatir.”
¿No es el insulto, acaso, el mejor argumentario?
Huye de esta “jerga paranormal docente” por más que el propio Erasmo asentase: “El colmo de la estupidez es aprender lo que luego hay que olvidar.” Y hasta el mismísimo Einstein:” Educación es lo que queda después de olvidar lo que se ha aprendido en la escuela”.
Otro intelectual que origina esta corriente de “predicadores” es Howard G. Hendricks, capaz de semejante aforismo: “La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón.” Ahí tenemos otra prueba de que “el sistema educativo actual es un sistema pederasta de por sí”.
El propio Platón afirma “El objetivo de la educación es la virtud y el deseo de convertirse en un buen ciudadano”.Esto no cabe en cabeza alguna si no es de “irónico patán” como estos “predicadores”.
En todo caso, y siempre que fuera necesario, te invito a ir más allá del insulto “debemos ejercer con rabia nuestro negativa a toda esta mierda, debemos insultarlos, mandarlos a tomar viento, debemos ejercer la violencia”.
“Pedabobos de mierda, el día que sepáis qué dice el teorema de la función implícita me decís como enseñarlo, que ese día os diré yo como usar el teorema para explicar por qué se doblan las vigas. Sindicatos chupaculos y ladrones del sudor del los trabajadores, poneos a trabajar, a mí no me representáis.”
“He aquí la cheka pedagógica. Una vez más los psicagogos venden su tiranía, sus objetivo de someternos a su planes y programas, es decir, a sus intereses gremiales, como una sublime intención de mejorar la calidad de la enseñanza, y quien no haga genflexión será considerado un docente fascista, casposo, retrógrado, rancio”.
“El estilo estalinista, ahí le has “dao”, eso es lo que está haciendo estragos.”
(Entre el crack del 29 y el inicio de la Segunda Guerra Mundial pasaron 10 años).
Esta es otra de nuestras estrategias predilectas, aludir a cuantos apocalipsis fueran precisos para convencer de nuestros principios a tirios y troyanos.
Te muestro estas otras perlas de mi reflexión conmigo mismo:
“El tema de la vocación, del carácter misionero del docente, ya ha salido en más de una ocasión en este foro. Yo no tengo especial vocación para esto y con toda sinceridad fue el paro y unas condiciones labores indignas, las que me llevaron a hacer el esfuerzo de opositar . Preferiría dedicarme a otra cosa, pero de eso que me gusta (escribir sobre música, traducir, hacer el zángano,…) es imposible vivir y ya tengo una edad lo suficientemente pasada como para que no me contraten para nada. Dicho esto, me parece absurdo introducir términos sujetivo-teológicos (vocación, amor, entrega,..) en una realidad objetiva en la que no proceden este tipo de consideraciones. ¿Vamos a introducir en el procedimiento selectivo de un trabajo el índice de vocación? ¿De qué manera (un tribunal de psicólogos)? ¿En qué trabajos? Absurdo, absurdo.”
¿No es por tanto, más sensato que el docente resulte de un frustrado proyecto de vida, que resulte de un desengaño por no haber podido, o no haber sido capaz de acceder a sus propósitos, que aquellos que siempre desearon dedicar su vida a la educación? ¿ No es más justo que el ejemplo de docente sea este compañero malogrado y no aquellos que han tenido los arrestos de renunciar a otros trabajos, quizás con mejor salario y condiciones laborales, para dedicarse a lo que verdaderamente aspiraban? ¿No es más evidente que el docente íntegro y virtuoso provenga de la palabrería de los foros, de la prédica barata, y no de la crítica y el enfrentamiento con aquellos a quienes nosotros solo osamos mentar en la barra del bar? ¿Quién no entiende esto? En suma, el mejor docente ha de ser producto de la decepción, la contrariedad, la desilusión, el desaliento y la amargura.
Es, considero, el modo único de prescindir de estos sintagmas:
“…”carencias de cualquier tipo”…. “ambiente adecuado”… “plus de implicación”… ¿Alquien entiende realmente a qué se refiere este sujeto? ¿Es un chamán, un predicador, un pederasta?”
“Este es el discurso apropiado, sin zalamarías, ni sutilezas, sin mariconadas, que es lo único que son capaces de entender estos sádicos, corruptores de niños, auténtica lacra social”.
¿Qué profesor en su sano juicio puede afirmar que “Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él.” Como kantiano que soy, jamás aceptaré ese principio tan nefasto. Y como aristotélico aqueste otro:”Aprendemos, o por inducción o por demostración. La demostración parte de lo universal; la inducción de lo particular.”
Turgot, que a buen seguro es otro “pedabobo” se atreve a dogmatizar: “El principio de la educación es predicar con el ejemplo”. En tanto que Joubert, otro más, manifiesta que “Los niños necesitan más de modelos que de críticos.
De todos es sabido que “la pedagogía me merece, en cuanto que pretende ser ciencia, tan poco respeto como la cartomancia o la adivinación”. No así la filosofía, cuyo saber está asentado, para general conocimiento, en los más severos y rigurosos procesos científicos, a semejanza, solo por poner un ejemplo, de la vacuna contra lel sarampión. En resumen: “la pedagogía no es una ciencia, que es una puta mierda”.
Aquellos que se enfrascaron con pasión desmedida en criticar la guerra de Irak, tan justa como que es patente y notorio que aparecieron aquellas armas de destrucción masiva, quieren ahora “darnos lecciones” (esta expresión también la inventan ellos, la propia RAE no la admite, ¡qué incultura!), de progresismo con esta guerra de Libia, impidiendo que el demócrata Gadafi pueda seguir masacrando a la población sin misericordia. Verdaderamente hay ocurrencias que caen por su propio peso.
Podría seguir durante horas deshaciendo con mi extraordinario argumentar, como percibes, todas y cada una de las propuestas de estos “chekistas”, “estalinistas” y “pedabobos”, con quienes no merece perder nuestro valioso tiempo ni para insultarlos. Bueno, para eso sí. Y como he referido más arriba, si es preciso, hay que recurrir a la violencia. Este es el método más propio de un docente, como todo el mundo sabe.
Mis atenciones para ti amigo “no pedabobo” y ánimo en la lucha, la victoria es nuestra, de los poseedores de la verdad absoluta, por los siglos de los siglos. Amén.